martes, 23 de noviembre de 2021

EL FONDO

                                                             (CUENTO)


El inquieto alumno se encontraba jugando en un inmenso pastizal tras el monasterio. Hasta allí se acercó el maestro para decirle.
 
--- Ten cuidado, el pasto está muy alto y puedes caer en un hueco.
--- Descuide Maestro, yo soy muy cuidadoso y además...
 
Las palabras del pupilo se vieron interrumpidas al sentir un vacío bajo sus pies. El Maestro acudió de inmediato a socorrerle, pero el hábil joven había alcanzado a asirse de la orilla.
 
--- Déjame ayudarte --- dijo el maestro mientras le tendía una mano.
--- Tranquilo Maestro, si fui capaz de reaccionar y sujetarme por supuesto que puedo salir sin necesidad de...
 
Una vez más la voz del joven fue interrumpida por la caída. El Maestro dirigió la mirada al interior del hueco, allí, a menos de un metro y sujeto a una rama pendía el alumno.
 
--- Eres muy afortunado, el destino te prestó ayuda.
--- No más de la que necesito para salir por mis propios medios, ya que...
 
Nuevamente debió callarse tras ver romper la rama y precipitarse a tierra. Se encontraba en el fondo de aquel pequeño abismo sacudiéndose el sucio traje mientras escuchaba la voz del anciano que decía.
 
--- Oh mi pobre alumno, eres como otros tantos que para poder salir, es necesario que primero toquen fondo.

jueves, 18 de noviembre de 2021

EL DUELO DEL AULA

                                                                      (CUENTO)


Él era indiscutiblemente el joven más travieso que hubiesen tenido en aquel plantel. Cada nuevo profesor se asustaba al verlo pues su fama le precedía, se rumoraba incluso que propició un ataque nervioso en un maestro. Era, en definitiva, la alegoría viva de lo que no muy pedagógicamente se conoce como “una caspa”.
 
Dignas de mención eran entre los alumnos sus ya míticas bromas, siendo ésta a continuación una de las más destacadas. En alguna ocasión fabricó un muñeco a partir de su propio tamaño, le vistió con su uniforme escolar y le llevo a una azotea, área restringida del colegio. Desde allí comenzó a gritar que se suicidaría, acto seguido tras desaparecer de la vista de la expectante multitud, arrojó al muñeco. El fuerte grito que arrancó a los presentes pareció irrisorio comparado con las descomunales carcajadas que se escuchaban desde lo alto.
 
Pero un buen día se presentó en el colegio un maestro nuevo, quien a la postre se convirtió en su némesis. El maestro tenía un tono autoritario que equilibraba con la sapiencia que emanaba. Todo el cuerpo docente depositó en él sus últimas esperanzas de controlar al muchacho que los tenía al borde del colapso.
 
La disputa emprendida entre los dos oponentes fue digna de una epopeya estudiantil, si tan solo algún alumno perspicaz se hubiese tomado la molestia de asumir el rol de escriba para dar testimonio como relator de los maravillosos duelos verbales que tuvieron lugar en aquella aula, esos que el maestro hábilmente conducía por los senderos de la mayéutica, pues la verdad sea dicha, descubrió que el inquieto joven no gustaba de recurrir a la banal ofensa, su discurso de irrespeto estaba soportado en el más depurado sarcasmo, mismo que viera irse derrotado a más de un docente sin el ingenio suficiente para batirse en duelo con las hilarantes replicas formuladas por el joven.
 
Tales discusiones solían terminar en una muy merecida división de honores, existiendo sin embargo una pequeña diferencia de victorias inclinada a favor del brillante profesor, lo cuál le mereció el respeto por parte de su no menos brillante alumno. No obstante, ocurrió que un buen día se vieron ante un reto creativo formulado por el resto de la clase, que ansiosa por verlos competir adquirió la costumbre de transarlos en la solución de diversos problemas, lo cual en muy poco tiempo hizo de aquel curso el más sobresaliente de entre su nivel y los inmediatamente superiores.
 
El difícil reto propuesto por la clase buscaba arrastrarlos a utilizar el máximo de su ingenio creativo y se basó en lo siguiente. A cada uno se le dio un trozo de cartulina negra con el que debían crear una obra de tema libre, pero sujetos a las siguientes condiciones: no mediante el origami, como tampoco el empleo de crayón u esfero alguno, e igual de restringido les quedaba hacer uso de cualquier cosa que no estuviera a la mano del punto aquel en que cada uno se vio sentado; así pues, ante la imposibilidad de emplear casi cualquier objeto que pudiese serles útil, se encontraban limitados al extremo de disponer tan sólo de alguna idea genial que les sacara del complicado atolladero.
 
Transcurrían cinco minutos de los veinte que les fueron dados y ninguno encontraba una solución satisfactoria a sus propios criterios, ambos permanecían sentados con la mirada fija en el trozo negro de cartulina y con la cabeza debatiéndose entre una legión de ideas incompletas. Su publico inmediato especulaba entre susurros sobre lo que podrían estar pensando, desde la distancia los veían sumidos en un aparente letargo que estimulaba las apuestas a favor de uno u otro.
 
El maestro conservaba una actitud corporal imperturbable, tan inamovible en su postura meditabunda que cualquiera podría haberse valido de él como modelo para una escultura. El joven en cambio, denotaba toda la ansiedad del caso, se revolvía en su asiento y se llevaba las manos a la cabeza desordenando sus cabellos mientras buscaba la idea a seguir para alzarse con la victoria, que por el tamaño de la prueba seguramente impondría una importante supremacía frente al derrotado oponente.
 
Se encontraba en éste frenético movimiento compulsivo de rascarse la cabeza cuando vio que sobre la escasa superficie negra caían unas pequeñas cosas blancas. Se sacudió con fuerza el cuero cabelludo y advirtió que desprendía pequeñas capas de resequedad capilar, y olvidando por el momento la incomodidad estética propia de su descubrimiento, sonrió complacido estando seguro de haber ganado el reto.
 
Fue así como maravilló a propios extraños presentándoles una obra titulada “Lluvia de maná sobre la nada”, consistente en un trozo de cartulina negra como símbolo de la oscuridad en que suele verse el ser humano al no encontrar respuesta a sus dilemas, para posteriormente verle llenarse de partículas blancas que para efectos de la obra simbolizaba polvo mágico, el maná descendido del cielo como bendición para quienes conservan la calma y con la mente serena encuentran en su cabeza la solución que resuelve las disyuntivas. Y tras un sonoro aplauso mezclado con un poco de asco por parte de la presencia femenina, el maestro reconoció su derrota sentenciando que la historia parece empeñarse en demostrar que los grandes genios son personas que durante sus años escolares son lo que la menos inflexible pedagogía considera en definir como “Unas caspas”.
 


jueves, 23 de septiembre de 2021

EL ZANCUDO

                                                                  (CUENTO)


Exhausto, luego de un largo día en el trabajo, solo pensaba en acostarse y descansar, quería dormir como nunca antes lo había hecho y disfrutarlo como si estuviese prohibido hacerlo. Si una jornada de trabajo parecía durar treinta horas, se encargaría de que ocurriera lo mismo con las horas del sueño. Bebió algo, se lavó los dientes, vistió su pijama y se dirigió a la cama. No hubo terminado de poner la cabeza sobre la almohada cuando sus ojos comenzaron a cerrarse sosegados por las suaves caricias de Morfeo, pero un instante luego sus oídos fueron incomodados por un ruido molesto, era el zumbido intenso de un zancudo.
 
Al principio intentó ignorar al intruso, pero al cabo de un momento el zumbido se hizo insoportable, su primera reacción fue la de agitar las manos pretendiendo alejarlo, pero el ingenuo intento no dio resultado. Procedió entonces a dar unas cuantas palmadas al azar para ver si podía aplastarlo, pero por la forma en que se intensificó el zumbido podría decirse que el insecto interpretó la treta como un aplauso para adularlo.
 
El hombre se cubrió el rostro con la almohada, pero al ser incapaz de respirar no se mantuvo así por más de treinta segundos. Lo intentó con las cobijas, pero transcurridos quince minutos se hizo insoportable el calor debajo de ellas. Desesperado con la situación decidió ponerse en pie y prender la luz, buscó al insecto por toda la habitación, pero fue incapaz de dar con el bribón, asumió que se había marchado y contento con ese pensamiento se dirigió de nuevo hacía su lecho.
 
Estaba a punto de sumergirse nuevamente en el océano de los sueños cuando lo incomodó el inconfundible sonido con que se manifestaba su enemigo, poseído por la furia encendió una vez más la luz, pero en ésta ocasión lo hizo para golpear las paredes con un trapo, estaba decidido a sacar al malhechor insomne de cualquier rincón, su maniobra desesperada rindió frutos pues de repente vio al nocturno visitante volando a escasos centímetros de su brazo, le arremetió con su arma improvisada con tan mala fortuna que lo único que obtuvo fue presenciar la extinción de la luz mientras se rompía el bombillo que lo alumbraba.
 
Unos minutos luego terminaba de recoger los vidrios esparcidos por el piso. Al bombillo caído en batalla le reemplazó con el que retiró del baño, y cuando su cuarto se iluminó de nuevo se dispuso a dar por terminado el conflicto con aquel merodeador malsano. Trajo su veneno en aerosol y comenzó a rociarlo por toda la habitación, pero con el aire enviciado debió cerrar la puerta y retirarse a dormir en la sala. Recogido en el sofá y mientras aguardaba a que esta vez nada interrumpiera el descanso que tanto necesitaba, sonreía con la ironía que le dictaba un pensamiento muy cierto, “a veces permitimos que una pequeñez nos robe el sueño”.
 

viernes, 17 de septiembre de 2021

UN CURIOSO MESIAS

                                                                   (CUENTO)


Todos estaban allí a la espera, y es propicio recordar que se encontraban en aquel lugar retenidos a la fuerza, se sentían oprimidos, sin libertad alguna, esclavos en aquel extraño gueto. Pero tenían fe en el Mesías, una profecía antigua prometía su venida, él vendría a liberarlos, su voluntad de hierro se impondría sobre la adversidad maldita.

 

Pasaban los días encerrados en el calabozo del tirano que jamás mostraba el rostro. Por momentos se presenta llevándose a alguno, siempre mediante una selección casi al azar. Y se escuchan de nuevo los rumores, esos rumores sobre lo ocurrido a quienes se llevan. Se dice que los golpean sin piedad en la cabeza, y luego, aún con vida los entierran.

 

Todos rogaban el momento de la llegada, sabían que el salvador no les fallaría, uno a uno les liberaría, así lo dice su libro sagrado, el que leen allí atrapados en la caja de herramientas, por eso citan: “Oxido, capitulo 27, versículo 8, He aquí que él vendrá y todos serán testigos de cómo un clavo saca otro clavo”.
 


sábado, 4 de septiembre de 2021

ULTIMAS NOTICIAS

                                                                        (RÓMANTICO)


El almanaque miente, no han pasado cinco años, la ultima vez que nos vimos ocurrió hace apenas un instante. También mienten los kilómetros que distancian las ciudades, no estamos tan lejos uno del otro, te escribo desde mi amor que no ha dejado de ser éste domicilio contiguo al tuyo.

Respecto a ese amor no hay algo que pueda decirte en esta carta sin que termine siendo una redundancia de lo que escribí en aquellos poemas que al llegar a tus manos fallecían. Ésta carta lleva por único motivo contarte lo que ha pasado desde que te fuiste a estudiar medicina, por cierto, debes estar a punto de recibir tu titulo, ¡felicitaciones!, por fin el mundo se enterará de la gran doctora que eres, aún recuerdo cómo me bastaban tus abrazos para curar de cualquier dolencia. Pero mi intención no es escribirte sobre ese pasado en que fuimos un nosotros, sólo quiero contarte las ultimas noticias, algunas sobre la ciudad, pero la mayoría mías.

Empiezo contándote que al poco tiempo de tu partida nos azotó la tormenta más larga de la historia, fue un invierno sin precedentes que damnificó a mucha gente, pero al cabo de unos meses mis ojos se cansaron de llorar y la lluvia fue cesando lentamente.

Después, comenzó otro fenómeno. Las calles se vieron aterrorizadas por un fantasma, la gente lo veía y acto seguido huía despavorida, hasta que entré en razón y decidí encerrarme en casa. Mi tristeza debía asustarme a solas.

Luego, un secuestro sin igual ocupó las primeras páginas de los diarios. Encontraron al rehén en su propia habitación y completamente a salvo, sin un secuestrador para custodiarlo ni cadenas para sujetarlo, pero es que tu ausencia me había raptado.

Otro hecho extraño estuvo en el aumento repentino de la población, la ciudad se vio ocupada por todos los ángeles a los que rogué vinieran para ayudarme.

Se estrenó una película que rompió todos los récords de asistencia, lleva cinco años exhibida y siempre llena el auditorio, el cual, una vez finalizada la cinta prorrumpe en un aplauso emocionado; ocurre sin falta cuando noche a noche me siento en la sala y proyecto el vídeo casero que conserva tus sonrisas.

Los indicadores económicos sufrieron un cambio abrupto en ciertos precios, y coincide con que desde que te fuiste, sonreír cuesta demasiado.

En una racha de suerte inusitada, un mismo hombre ha venido ganándose la lotería semana tras semana, y esa inmensa fortuna de recuerdos tuyos es sólo mía.

Después me convertí en el mejor comediante de la ciudad. Fue un éxito accidental que llegó cuando un amigo, tras rescatarlos de la basura, llevó a una editorial los poemas que te sobrevivían, maravillosos chistes que hoy en día incluso a mí me arrancan sonrisas.

Luego, cuando mi situación económica estuvo solucionada, recordé algo sobre lo que me hiciste adquirir conciencia, fue así que me volví donante de órganos. Aceptaron mi hígado y riñones, mas mi corazón no les sirvió, estaba roto en mil pedazos.

Pero para alegría tuya, hace poco conseguí un nuevo amor. Mis amigos dicen que sólo estoy con ella porque es igual a ti, e incluso mi psicólogo se empeña en decir que es a ti a quien sigo amando, maldito sea Freud y su lapsus lenguaje que tantas veces me sorprenden llamando por tu nombre a mi soledad.

Hasta aquí las noticias que tenía por contarte. Mira cuánto ha ocurrido, pero henos aquí, luego de cinco años, tan cercanos a nuestros sueños y tan lejanos a cómo habrían de serlo. Tú una gran doctora y yo un reconocido comediante. Sé que el humor puede no ser tan infalible contra el dolor como sí lo es una vacuna contra la influenza, pero ¿qué puedo decir?, tú te has dado a curar cuerpos y yo me he dado a hacerlo con las almas. Quizá algunas veces falles, quizá alguna vez yo acierte, ojalá que cuando por fin mi humor consiga salvar a alguno, ese alguien sea yo mismo; y ojalá no sean demasiadas las ocasiones en que debas dar a alguien la noticia de que no podrá salvarse, pero cuando ocurra, sé que sabrás hacerlo de la mejor manera, así como tu adiós desahució a éste, tu primer paciente.

lunes, 23 de agosto de 2021

EL REFUGIO DE LA TRISTEZA

                                                             (CUENTO)


Un día la Tristeza se sintió tan triste que quiso esconderse de todos para que no vieran su expresión sombría y se dio a la tarea de buscar un escondite para estar tranquila.

Primero se ocultó en la música, pero fueron demasiadas las personas que comenzaron a componer canciones que la descubrían. Entonces se escondió en las letras, pero allí fueron a buscarla los poetas. Se ocultó tras el horizonte, pero existían quienes dedicaban su contemplación a los atardeceres y la veían. Huyó hacia un lugar especificó del cuerpo, pero llegó a ponerla en evidencia el sexo que era tan sólo eso. Fue solo hasta mucho tiempo luego que ella encontró el lugar perfecto donde pocos pensarían que estaría, desde entonces la Tristeza vive en algunas sonrisas. ¿En cuáles? Solo las sinceras saben distinguirlas.

lunes, 9 de agosto de 2021

EL CUMPLEAÑOS DE LA PALABRA

                                                          (CUENTO)


Era el día del idioma, la palabra cumplía años. Allí estaban todas las palabras reunidas para celebrarlo, tenían un pastel de versos y una piñata de significados, el show lo harían unos silencios mágicos y algunas sonrisas complacidas.

Todo estaba dispuesto, especialmente la asistencia, podías encontrar absolutamente todas las palabras en aquella fiesta. La palabra más optimista: “Puedo”. La más hermosa: “Amor”. La más necesaria: “Fe”. La más negativa: “No”. La más fácil: “Sí”. La palabra más corta: “¿Y?”. La palabra más larga: “Esternocleidomastoideo” (si usted conoce otra más larga, lo felicito, espero que ese dato le sea muy útil en la vida). La más difícil: “Otorrinolaringólogo” (dígala tres veces seguidas si es tan berraco). La más culta: “Escritor“ (con no contadas excepciones, por ejemplo, Youtuers que hayan publicado un libro no cuentan como escritores). La más vulgar: “(censurada por motivos de decencia)”. La más fea: (he preferido omitir el nombre de la mujer en cuestión para no herir la susceptibilidad de sus tocayas). La más gomela: “Out” (agradecemos al idioma ingles por su generosa contribución). La más chistosa: “cucurucho” (o por lo menos a las demás palabras les causaba mucha gracia pronunciarla). La más ególatra: “Yo”. La más humilde: “Gracias”. Y la más compleja: “Mujer”.

Llegado al momento de romper la torta todos se reunieron en torno a ella. Cuando de repente, un silencio confundido inundó la habitación. Las palabras se miraron entre ellas sin atreverse a preguntar, hasta que por fin la palabra “Ignorancia”, tan atrevida como siempre, preguntó: “¿Cuál es la palabra que cumple años?”. Absolutamente nadie sabía cual fue la primera palabra pronunciada. La palabra “Olvido”, dijo: “Yo no me acuerdo”. La palabra “Mentira”, dijo: “La primera fui yo”. Pero la palabra “Verdad”, contestó: “Eso es mentira”. La palabra: “Honestidad”, agregó: “Yo tampoco soy”.

Todas especulaban, unas a otras se preguntaban y así mismo refutaban. La palabra “Antigüedad”, aseguró ser la más antigua, cosa que objetó la palabra “Principio”, pues incluso la mas longeva antigüedad gozó primero de un principió. La palabra “Silencio”, razonaba de la siguiente forma: “Si antes no existían las palabras reinaba entonces el silencio, he aquí que la primera palabra, ¿quién si no Yo ha de serlo?”. Pero la palabra “Ruido”, le explicó: “No existían las palabras mas sí el oído, y podía escucharse el ruido, por lo tanto, el ruido y la primera palabra son lo mismo”.  Pero entonces apareció la lógica de la palabra “Nada”: “No hay lugar a dudas en que fui siempre lo primero, ya lo dice la Biblia cuando explica que antes no existía nada”. Fue entonces cuando entró a filosofar la palabra “Pensamiento”: “Retomemos tu expresión para descubrir que la propia aseveración lo explica: no existía nada, es decir, la nada no existía, de haber estado allí, diría, solo nada había”. Confundidos todos dirigieron su mirada hacia la palabra “Sabiduría”, y ésta siempre así de sabia, tan sólo atinó a decir que no sabía nada.

Llenas de congoja las palabras se entregaron a la resignación de ignorar su procedencia, pero entonces escucharon una risa. Aquel que la emitía era el único que sabía, y tras divertirse un rato a costillas de sus amigas, decidió contarles aquello que cambiaría sus vidas, y la palabra “Cuento”, les narró lo que relato a continuación:

“Al principio las palabras no existían, los seres humanos tan sólo se comunicaban con gestos, si querían decirse algo especial lo hacían con abrazos y caricias, y cuando querían expresarlo absolutamente todo, lo hacían por medio de un beso, motivo por el que en aquel entonces la comunicación entre gente del mismo sexo era escasa.

“Una pareja en especial llevaba ya tiempo viviendo junta, por supuesto todavía no existía el matrimonio, pero eran unos felices enamorados que tenían varios años haciéndose compañía. Lamentablemente él cometió un gran error (que no viene ahora a colación), ella entonces, herida en lo más profundo de sus sentimientos, decidió marcharse.

“El hombre al verla alejarse sintió un vacío en su pecho, quería expresar algo que tradujera en un sonido su arrepentimiento, lo más disiente que conocía era el beso, pero ella no le permitiría pronunciar en sus labios un beso nuevo. Fue así que llevado por la desesperación sus labios se movieron y emergió algo de ellos, un sonido extraño recién inventado, una palabra desconocida pero tan sincera que la mujer la entendió sin conocerla, se dio la vuelta hacia él para encontrarse con sus ojos arrasados por el llanto, otra expresión nueva sumada a lo pronunciado. No hicieron o agregaron algo, permanecieron solemnes guardando un minuto de silencio, por el silencio que había muerto. Luego, ella se acerco al hombre arrepentido, le beso y concedió lo que suplicó cuando con la voz entrecortada pronunció la primera palabra, “Perdón”. “

La palabra “Cuento” terminó de hablar, y todas las miradas se dirigieron a la primera palabra, “Perdón” estaba en un rincón, y apenado por su propio olvido les pidió perdón. Las palabras se sintieron apenadas, la primera palabra, aquella tan necesaria, la más difícil de pedir y mucho más de conceder, había sido olvidada. Todas le pidieron disculpas a la homenajeada, y ella tan bondadosa como siempre, les perdonó. La fiesta se reanudó y todas juraron no cometer de nuevo aquel error. Y dieron a la cumpleañera el mejor de los regalos: un diccionario, que es para las palabras su álbum fotográfico.

Así transcurrió el cumpleaños de la palabra “Perdón”, y pido perdón a quien pueda no haberle gustado mi relato. Hay quienes la olvidan, no por ser la primera y más antigua, sino porque los hombres no la citan, y si lo hacen es perfidia, le recuerdan solamente al arribar la hora ya tardía. Tal paradoja indica que la primera palabra suele ser también la última.

 

jueves, 22 de julio de 2021

ANGELES

                                                              (CUENTO)


A lo largo de su vida varias mujeres habían querido amarle, todas ellas se desvivieron por él en su momento, y en medio de las palabras de amor que le ofrecían llegaron a llamarlo un ángel. Él nunca las escuchó, en el fondo de su corazón las consideraba unas mentirosas por llamarlo así, en caso de realmente serlo no le acometería la tristeza y su alma tendría alas para poder volar.

Ella, a lo largo de su vida también fue el amor de muchos hombres que con el corazón en la mano la llamaron ángel. Los ignoró por considerarlos personas que menospreciaban las dimensiones verdaderas del amor al llamarla así. Los ángeles transforman vidas, tanto ajenas como propias, y su alma carecía de las alas que tanto necesitaba para poder volar.

Hasta que un buen día se conocieron y enamoraron. Vieron en el otro a su propio ángel, pero movidos por un mismo pensamiento se callaron mutuamente la palabra de amor que se inspiraban. Su amor creció y sus almas fueron libres, sólo entonces se dijeron ángel y aceptaron el llamado. Fue así como finalmente comprendieron lo que tanto querían decirles las personas de sus pasados. Absolutamente todos somos ángeles, ángeles de una sola ala que necesitamos del otro para poder volar.


martes, 13 de julio de 2021

MÁS QUE UN AMOR PLATÓNICO

                                                                 (CUENTO)

Sus allegados criticaban lo que, desde su punto de vista, era una enfermiza fijación por aquella mujer, incluso él mismo muy en el fondo lo admitía, un poco con rabia un poco con pena, la sabía más que un amor platónico. Oh, si Platón supiera en lo que se metía cuando dio inicio a su filosofía, no tenía idea de cuántos ingenuos se apegarían a ella interpretándola a su antojo para defender el hecho de contemplar por horas un retrato como si la mujer en él fuese a cobrar vida repentina y agradecer con besos la devoción recibida; como si la sonrisa que unos labios dibujan en la fotografía no fuese la simple expresión facial con que se mira al lente fotográfico justo antes de ser disparado y sí en cambio la sonrisa coqueta que al hombre dirige la mujer en espera de ser pretendida. Y es justamente ésta segunda la que ve un adolescente ingenuo como el que nos es motivo de relato, sin importarle el hecho de que tal sonrisa sea la misma que una modelo exhiba en todos los calendarios que de ella impriman.

Aún consciente de ello las burlas le pasaban inadvertidas. Para él su amor era un hecho real y no la quimera que decían, la sentía tan cercana como los emocionados latidos que su foto le producían. Para sus compañeros sin embargo lo extraño no era la fijación misma como sí en cambio la mujer que la producía. Podrían entenderlo si aquella fuese una Nicole Kidman, varios de ellos por supuesto tenían afiches de famosas divas, uno en especial tenía completamente empapeladas las paredes de su cuarto con los atributos físicos de Shakira; otro menos ortodoxo disfrutaba la imagen impresa de estrellas porno como Kendra Lust y Mia Khalifa. La obsesión generada por éstas mujeres les parecía comprensiva, pero en cambio ella, por la que su amigo suspiraba era vista como un desquicio, una completa extraña, muy bella por supuesto, su amigo tenía buen gusto cuando menos, pero absolutamente nadie la conocía. No la recordaban de película alguna, no era cantante, por lo menos no una reconocida, tampoco la modelo portada de revistas, ni siquiera alcanzaba a ser de esas mujeres que gracias a un Reallity abrazan la fama efímera. Para el mundo que ya de por sí absurdo es, el absurdo radica allí, no en la fascinación por una mujer imposible sino en una desconocida, como si el hecho de que absolutamente todos conozcan su nombre a cientos de kilómetros de distancia la hicieran más alcanzable que una vecina de la que nadie sabe nada. ¿De dónde provenía aquella mujer misteriosa cuya imagen se encargaba de fecundar el corazón de su amigo con fantasías? El único dato es que apareció de repente y por equivocación entre las fotos que mandaran a revelar luego de una excursión.

El establecimiento no supo dar razón del por qué entre sus fotos, las cuales lo mostraban a él en compañía de sus amigos entregados a inmaduras travesuras, aparecieron también la de una mujer que ninguno de ellos conocía. De todas maneras, no era esa la respuesta que quería, lo que buscaba era a la dueña de ese rostro en el retrato. Por algún tiempo aguardó con paciencia sentado en aquel estudio fotográfico a la espera de verla aparecer preguntando por su recuerdo extraviado, pero tras días desperdiciados en vano comprendió que no lo haría. ¿Para qué iba ella a necesitar la foto si tenía su belleza a la distancia escasa de un espejo?

Sus amigos sentían su cordura ya perdida, sobre todo cuando empecinado en defenderla como un amor platónico tan valido como Nicole Kidman y Kendra Lust podían serlo, juraba reconocerla, afirmaba sin la más mínima duda que ella era una gran actriz con no pocas producciones sumadas a su trayectoria; se daba media vuelta y marchaba diciendo en sus adentros: “Qué saben del amor aquellos, cómo hacer comprender a un perro que su hembra no es sólo deseable estando en celo. De absolutamente nada me serviría explicarles que es la mejor actriz del mundo, aunque quizá también la menos reconocida, pero yo que soy su más devoto admirador no me he perdido una sola de sus obras, he sido espectador atento en cada uno de sus estrenos y conmovido siempre por su magistral interpretación. Ella es la mejor actriz del mundo, la he visto protagonizando todos y cada uno de mis sueños”.

miércoles, 19 de mayo de 2021

EL MEJOR CUENTO DE TODOS

 

                                                                (CUENTO)


Aquel hombre con aspiraciones de escritor se sentó frente a su computador. La idea fija en su mente era muy clara: escribir el mejor cuento de todos.

Un cuento digno de ser llamado así debía contener elementos muy especiales. Primero que todo, plantear una trama sin igual, una tan poderosa y contundente que tan sólo referirse a ella despertara en cualquier lector las devoradoras ansias de consumir la totalidad de líneas en su contenido.

La narrativa era otro de los retos a superar. La historia de la literatura está llena de brillantes narradores cuya forma de describir los hechos convirtió historias simples en obras de arte. No sería sencillo superar el genio de aquellas plumas, pero debía ser muy cuidadoso de no caer en trampas fáciles como la retórica incongruente o innecesaria, o peor aún, el lenguaje falsamente pomposo que resultara empalagoso.

Y estaba por supuesto el final, ese punto exacto al que deben conducirnos todas las rutas del relato, ese lugar oculto en la inmensidad del bosque al que pretendemos llevar a los perdidos sin saber hacia dónde son conducidos, esa extremidad de la criatura mítica a la que se da vida en un escrito y que nos golpea con los sentimientos de sorpresa y asombro. El final, ese tan complicado principio.

La angustia del novel escritor radicaba no en la carencia de ideas, sino en la ausencia de una superior a todas ellas. Por su mente cruzaban legiones enteras de seductoras historias y cada una coqueteaba con la necesidad de hacerse impresa en la hasta entonces hoja en blanco. Era un profundo océano habitado por protagonistas de relatos aún no escritos, y él, deseaba sumergirse en esas borrascosas aguas, bien para conocer a una sirena que fuese la respuesta a su disyuntiva, o para ahogarse sin remedio en ellas.

¿Cómo hacer destacar una historia a punto tal de escribirla no sólo en el papel sino también en el recuerdo eterno de quienes la lean? ¿Cómo hacer para desprenderse del rotulo que habría de calificarle como un mero intento de lograrlo? ¿Cómo hacer para no convertirlo en uno más sin tampoco hacerlo en uno menos? ¿Cómo hacer para escribir algo que no sea la compañía efímera de un rato de ocio ni la curiosidad saciada de un llamativo título? ¿Cómo hacer para cambiar el mundo a partir de un cuento?

Transcurrieron todas las horas necesarias para ser sumadas en varios días, hasta que finalmente aquel hombre comprendió el sin sentido de su imposible empresa, no por utópica, sino por desenfocada. Un cuento no necesita ser el mejor de todos y mucho menos cambiar al mundo, basta con que en el proceso cambie al autor del mismo. Así lo entendió nuestro escritor, entonces escribió ésta última línea y apagó el computador.

lunes, 15 de febrero de 2021

MI DULCE COMPAÑIA

                                                                 (CUENTO)




No podía negarlo, la fiesta fue digna de la ocasión, pero toda la noche estuvo esperando ese momento de soledad y tranquilidad para pensar. Llegó a su lujoso apartamento, se despojó de su blusa, sirvió una copa de vino, puso algo de música y se recostó en el sofá. Primero repasó los últimos hechos de la noche, la celebración de su onomástico numero treinta contó con todos los lujos a los que podría aspirar alguien de su condición, el elegante salón de un club social, valiosos obsequios que voluminosos en su mayoría tuvo que dejar a guardar, hombres apuestos y distinguidos haciendo lo posible por conquistarla, ofertas de trabajo tampoco le faltaban, y en medio de sus riquezas, la amistad era otra con la que también contaba. Pero el amor, oh, ese bribón que se oculta en todas las preguntas sin respuesta que sobre él se formulan; ese enigma que pocos hombres se atreven a intentar esclarecer; ese compañero tan indescifrable como la muerte, ese que se empañaba en ocupar su sitial como lo más difícil de alcanzar.

Sus pensamientos se sumergían en el océano de las memorias, aquellas que al ser tantas nos podrían ahogar, a menos claro que, sean de belleza tal como para hacernos navegar de nuevo por sus aguas. Veía pasar frente a sus ojos los amoríos que le acompañaron desde la infancia, los amoríos que se hicieron historia escrita, a veces en la piel y a veces en lo que solo el alma abarca. Los suspiros fueron liberados cuando uno a uno esos amores iban siendo recordados; el primer hombre deseado, aunque la edad de éste fuera tal que le hiciera parecer pecado; el primer beso depositado en los labios, y el primer beso luego como antesala a la primera vez del amor que se practica con el cuerpo; el amor que debió no serlo y el amor que supuso eterno; todos y cada uno de los amores que, así como llegaron también se fueron.

Pero ésta vez, al devolver la cinta y ver la película de su pasado, se detuvo a contemplar el mensaje cifrado, oculto en los ojos mismos que suelen ignorarlo. Se fijó en él, el amor que siempre estaba y al que su atención jamás prestaba. Se detuvo a sentirlo en cada uno de aquellos momentos ya extintos, se detuvo a vivirlo aún a costa de las tantas muertes a las que lo expuso, y comprendió, por primera vez, que ese amor al que alguna vez creyó la más grande insensatez, ese mismo amor, fiel y silencioso, la llenaba.

Sus pensamientos entonces se dirigieron hacia él, así como el agua que es desviada de su curso por un canal que quizás el hombre o la naturaleza dispusieron. Volvió a verlo como lo vio todas aquellas veces negándose a reconocerlo, pero le vio distinto, le vio como siempre y sin saberlo querían hacerlo sus ojos pidiéndolo a gritos. Y de repente, casi como si le hubiera invocado con el pensamiento, supo que él no estaba lejos. Alguna vez, presa de la más infinita de las ignorancias le dijo que se marchara, pero ahora, con el arrepentimiento que traen los años se propuso encontrarlo y reconquistarlo, le haría saber que había visto la verdad. Por primera vez en tanto tiempo se dirigió a la cama sin cerrar la ventana, quería permitir que el viento jugara con sus cortinas, y si ocurría que él aún cruzara por allí, que esa ventana abierta fuera su forma de invitarlo.

A la mañana siguiente al despertar, vio distinto el cielo. De qué manera tan hermosa perciben al mundo los sentidos cuando tenemos claro lo que sentimos. Se dispuso a su rutina diaria, pero con la gran diferencia de que ésta vez en todo lo que hacía, él también estaba. Eligió su ropa del día mientras cantaba, ¡sí, cantaba como si la escucharan! Se duchó dejando la puerta del baño abierta, como esperando que él llegara y la encontrará dedicada a amarlo con fantasías en las que el agua eran sus manos recorriéndola con caricias.

Al llegar al trabajo todos la vieron diferente, irradiaba junto a su belleza una dicha distinta, hicieron comentarios bromistas acerca de su nueva edad y todo lo bueno que consigo traía, ella asentía con su sonrisa pero callaba el a qué se debía. Una vez en su oficina dio orden a su secretaria de no interrumpirle con llamadas desde tan temprano en el día, los clientes podían esperar, ella lo había hecho durante tantos años. Por primera vez en mucho tiempo se sentó al escritorio sin pensar en juntas, balances o estrategias de mercado. Poco le importaba en ese momento el valor alcanzado por el dólar, la proyección comercial del euro o el desplome y repunte de las acciones. Se concentró tan sólo en una hoja de papel en la que cual recipiente vertió todo el contenido de sus silencios.

Al final del día no quiso acompañar a sus amigas a ningún evento, sólo ansiaba volver a casa y terminar de preparar su vida para él, ésta vez quería ser digna de su confianza, no más fiestas sin sentido, no más romances pasajeros, no más despilfarro de dinero y tiempo. Llegó a su hogar y se preparó un café, sirvió dos tazas como teniendo la esperanza de que él llegara. Dedicó las horas de la noche a escribir un monologo íntimo, después se retiró a su cama dejando el cuaderno abierto en sus ultimas paginas como teniendo la esperanza de que él pudiera leerlas durante su vigilia.

Los días fueron pasando pero él no aparecía, sus deseos de llamarlo crecían pero no tenía un número telefónico al cual hacerlo, ella misma era el único rastro de su paradero. Con impotencia veía desfilar frente a sí los días, pero cada pequeño momento de soledad lo destinaba a llamarle por su nombre, con la esperanza de que su voz traspasara los muros de soledad edificados por la ausencia, con la esperanza de que su voz pudiera volar tan alto como en aquel momento lo hacían sus sueños, con la esperanza de que él quisiera oírla.

Su ritual diario se convirtió en invitarle una taza de café que permanecía intacta hasta el amanecer siguiente, cuando ella misma lo bebía; escribirle algo cada día y después leerlo en voz alta con todo el amor que la invadía; rogar a Dios por aquel encuentro con toda la fuerza y fe que brotaban de su pecho. Y cada noche justo antes de cerrar los ojos, dedicaba una ultima mirada al cuaderno abierto y la taza de café servida.

Transcurrieron los meses pero él no dio señales de vida. Se volvieron frecuentes las lagrimas en sus ojos, lloraba arrepentida del error que cometió algún día, en medio de su llanto le pedía perdón y le juraba que si volvía ya jamás le fallaría, lo hacía con la voz tan fuerte y con el corazón en carne viva, con la certeza de que él la oía, sabía que lo hacía, pero debía estar guardando silencio para castigarla por su despertar tardío. Sus noches se volvieron más largas que toda su vida transcurrida.

Un día despertó y se dirigió a la mesa, tomó la taza fría y la dirigió a sus labios con su ya habitual rutina, pero la taza estaba vacía. Poco faltó para dejarla escapar de entre sus manos, se repuso al sobre salto inicial y llena de emoción recorrió el apartamento con la mirada, se dirigió al balcón y allí le encontró, aquel magnifico ser al que alguna vez creyó un ingenuo sueño de su infancia, la invención absurda en la mente de una niña era tan real como ella. La silueta altiva que contemplaba la ciudad giró para permitirle a sus miradas encontrarse, y al hacerlo, la mujer más feliz del mundo corrió a abrazarle. Él sonrió y le preguntó si estaba segura del paso que seguía, un beso capaz de trascender lo etéreo fue lo que obtuvo por respuesta. Flotó hasta quedar en pie sobre el borde del balcón y le tendió su mano, ella la recibió mientras escuchaba acelerados los latidos de su corazón, cerró sus ojos y se precipitó al vacío con su enamorado, él extendió sus alas remontando el vuelo mientras ella sonreía de nuevo como una niña, y sus siluetas desaparecieron en medio del horizonte, allá a lo lejos.