jueves, 23 de septiembre de 2021

EL ZANCUDO

                                                                  (CUENTO)


Exhausto, luego de un largo día en el trabajo, solo pensaba en acostarse y descansar, quería dormir como nunca antes lo había hecho y disfrutarlo como si estuviese prohibido hacerlo. Si una jornada de trabajo parecía durar treinta horas, se encargaría de que ocurriera lo mismo con las horas del sueño. Bebió algo, se lavó los dientes, vistió su pijama y se dirigió a la cama. No hubo terminado de poner la cabeza sobre la almohada cuando sus ojos comenzaron a cerrarse sosegados por las suaves caricias de Morfeo, pero un instante luego sus oídos fueron incomodados por un ruido molesto, era el zumbido intenso de un zancudo.
 
Al principio intentó ignorar al intruso, pero al cabo de un momento el zumbido se hizo insoportable, su primera reacción fue la de agitar las manos pretendiendo alejarlo, pero el ingenuo intento no dio resultado. Procedió entonces a dar unas cuantas palmadas al azar para ver si podía aplastarlo, pero por la forma en que se intensificó el zumbido podría decirse que el insecto interpretó la treta como un aplauso para adularlo.
 
El hombre se cubrió el rostro con la almohada, pero al ser incapaz de respirar no se mantuvo así por más de treinta segundos. Lo intentó con las cobijas, pero transcurridos quince minutos se hizo insoportable el calor debajo de ellas. Desesperado con la situación decidió ponerse en pie y prender la luz, buscó al insecto por toda la habitación, pero fue incapaz de dar con el bribón, asumió que se había marchado y contento con ese pensamiento se dirigió de nuevo hacía su lecho.
 
Estaba a punto de sumergirse nuevamente en el océano de los sueños cuando lo incomodó el inconfundible sonido con que se manifestaba su enemigo, poseído por la furia encendió una vez más la luz, pero en ésta ocasión lo hizo para golpear las paredes con un trapo, estaba decidido a sacar al malhechor insomne de cualquier rincón, su maniobra desesperada rindió frutos pues de repente vio al nocturno visitante volando a escasos centímetros de su brazo, le arremetió con su arma improvisada con tan mala fortuna que lo único que obtuvo fue presenciar la extinción de la luz mientras se rompía el bombillo que lo alumbraba.
 
Unos minutos luego terminaba de recoger los vidrios esparcidos por el piso. Al bombillo caído en batalla le reemplazó con el que retiró del baño, y cuando su cuarto se iluminó de nuevo se dispuso a dar por terminado el conflicto con aquel merodeador malsano. Trajo su veneno en aerosol y comenzó a rociarlo por toda la habitación, pero con el aire enviciado debió cerrar la puerta y retirarse a dormir en la sala. Recogido en el sofá y mientras aguardaba a que esta vez nada interrumpiera el descanso que tanto necesitaba, sonreía con la ironía que le dictaba un pensamiento muy cierto, “a veces permitimos que una pequeñez nos robe el sueño”.
 

viernes, 17 de septiembre de 2021

UN CURIOSO MESIAS

                                                                   (CUENTO)


Todos estaban allí a la espera, y es propicio recordar que se encontraban en aquel lugar retenidos a la fuerza, se sentían oprimidos, sin libertad alguna, esclavos en aquel extraño gueto. Pero tenían fe en el Mesías, una profecía antigua prometía su venida, él vendría a liberarlos, su voluntad de hierro se impondría sobre la adversidad maldita.

 

Pasaban los días encerrados en el calabozo del tirano que jamás mostraba el rostro. Por momentos se presenta llevándose a alguno, siempre mediante una selección casi al azar. Y se escuchan de nuevo los rumores, esos rumores sobre lo ocurrido a quienes se llevan. Se dice que los golpean sin piedad en la cabeza, y luego, aún con vida los entierran.

 

Todos rogaban el momento de la llegada, sabían que el salvador no les fallaría, uno a uno les liberaría, así lo dice su libro sagrado, el que leen allí atrapados en la caja de herramientas, por eso citan: “Oxido, capitulo 27, versículo 8, He aquí que él vendrá y todos serán testigos de cómo un clavo saca otro clavo”.
 


sábado, 4 de septiembre de 2021

ULTIMAS NOTICIAS

                                                                        (RÓMANTICO)


El almanaque miente, no han pasado cinco años, la ultima vez que nos vimos ocurrió hace apenas un instante. También mienten los kilómetros que distancian las ciudades, no estamos tan lejos uno del otro, te escribo desde mi amor que no ha dejado de ser éste domicilio contiguo al tuyo.

Respecto a ese amor no hay algo que pueda decirte en esta carta sin que termine siendo una redundancia de lo que escribí en aquellos poemas que al llegar a tus manos fallecían. Ésta carta lleva por único motivo contarte lo que ha pasado desde que te fuiste a estudiar medicina, por cierto, debes estar a punto de recibir tu titulo, ¡felicitaciones!, por fin el mundo se enterará de la gran doctora que eres, aún recuerdo cómo me bastaban tus abrazos para curar de cualquier dolencia. Pero mi intención no es escribirte sobre ese pasado en que fuimos un nosotros, sólo quiero contarte las ultimas noticias, algunas sobre la ciudad, pero la mayoría mías.

Empiezo contándote que al poco tiempo de tu partida nos azotó la tormenta más larga de la historia, fue un invierno sin precedentes que damnificó a mucha gente, pero al cabo de unos meses mis ojos se cansaron de llorar y la lluvia fue cesando lentamente.

Después, comenzó otro fenómeno. Las calles se vieron aterrorizadas por un fantasma, la gente lo veía y acto seguido huía despavorida, hasta que entré en razón y decidí encerrarme en casa. Mi tristeza debía asustarme a solas.

Luego, un secuestro sin igual ocupó las primeras páginas de los diarios. Encontraron al rehén en su propia habitación y completamente a salvo, sin un secuestrador para custodiarlo ni cadenas para sujetarlo, pero es que tu ausencia me había raptado.

Otro hecho extraño estuvo en el aumento repentino de la población, la ciudad se vio ocupada por todos los ángeles a los que rogué vinieran para ayudarme.

Se estrenó una película que rompió todos los récords de asistencia, lleva cinco años exhibida y siempre llena el auditorio, el cual, una vez finalizada la cinta prorrumpe en un aplauso emocionado; ocurre sin falta cuando noche a noche me siento en la sala y proyecto el vídeo casero que conserva tus sonrisas.

Los indicadores económicos sufrieron un cambio abrupto en ciertos precios, y coincide con que desde que te fuiste, sonreír cuesta demasiado.

En una racha de suerte inusitada, un mismo hombre ha venido ganándose la lotería semana tras semana, y esa inmensa fortuna de recuerdos tuyos es sólo mía.

Después me convertí en el mejor comediante de la ciudad. Fue un éxito accidental que llegó cuando un amigo, tras rescatarlos de la basura, llevó a una editorial los poemas que te sobrevivían, maravillosos chistes que hoy en día incluso a mí me arrancan sonrisas.

Luego, cuando mi situación económica estuvo solucionada, recordé algo sobre lo que me hiciste adquirir conciencia, fue así que me volví donante de órganos. Aceptaron mi hígado y riñones, mas mi corazón no les sirvió, estaba roto en mil pedazos.

Pero para alegría tuya, hace poco conseguí un nuevo amor. Mis amigos dicen que sólo estoy con ella porque es igual a ti, e incluso mi psicólogo se empeña en decir que es a ti a quien sigo amando, maldito sea Freud y su lapsus lenguaje que tantas veces me sorprenden llamando por tu nombre a mi soledad.

Hasta aquí las noticias que tenía por contarte. Mira cuánto ha ocurrido, pero henos aquí, luego de cinco años, tan cercanos a nuestros sueños y tan lejanos a cómo habrían de serlo. Tú una gran doctora y yo un reconocido comediante. Sé que el humor puede no ser tan infalible contra el dolor como sí lo es una vacuna contra la influenza, pero ¿qué puedo decir?, tú te has dado a curar cuerpos y yo me he dado a hacerlo con las almas. Quizá algunas veces falles, quizá alguna vez yo acierte, ojalá que cuando por fin mi humor consiga salvar a alguno, ese alguien sea yo mismo; y ojalá no sean demasiadas las ocasiones en que debas dar a alguien la noticia de que no podrá salvarse, pero cuando ocurra, sé que sabrás hacerlo de la mejor manera, así como tu adiós desahució a éste, tu primer paciente.