lunes, 11 de julio de 2022

LA ENVIDIA

                                                              (CUENTO)



El maestro se encontraba regando las plantas del jardín cuando se presentó ante él su más inquieto alumno.
 
--- Maestro, me encuentro sumamente confundido, a veces veo los logros de un compañero y creo que me alegro, pero muy en el fondo me pregunto si no es envidia lo que siento.

--- En ocasiones sentimos un deseo de recibir lo mismo que otro está mereciendo, es un anhelo lógico y no hay nada malo en trabajar por ello, el sentimiento es entonces un deseo de superación personal alentado por lo que hemos visto que logran los demás, eso se llama admiración. La envidia en cambio, es algo parecido, quizá en principio, pero a la larga muy distinto.

--- Maestro, esa es la diferencia que necesito conocer, ¿cuál vendría siendo la admiración y cual la envidia?

--- Ve a ese camino y síguelo --- dijo mientras señalaba un sendero que se anunciaba a lo lejos.

--- ¿Hasta dónde he de seguirlo?

--- Lo sabrás en su momento, ve y marcha tranquilo.
 
Y así partió el alumno por tal camino. Al cabo de cuatro horas regresó evidenciando su cansancio.
 
--- Maestro, seguí el camino tal y como dijo, pero llegado a cierto punto se convierte en un estrecho risco, no obstante, lo seguí para finalmente encontrarme con un inmenso abismo imposible de avanzar, por lo que debí volver sin encontrar algún sentido.

--- Eso es la envidia querido alumno, un camino intrincado que recorres con deseo, pero no conduce a ningún sitio.

--- ¿Y cuál vendría siendo la admiración?

--- Exactamente el mismo camino, pero teniendo como objetivo claro llegar a ese abismo.

lunes, 4 de julio de 2022

CAMINO AL TRIUNFO

                                                        (CUENTO)



Un distinguido hombre viajaba en su lujoso carruaje rumbo a un lejano reino del que había oído hablar, un lugar maravilloso llamado “El Triunfo”. Corrió la cortina de la ventana y observó por un breve instante el camino por el que marchaban, acto seguido la cerró de nuevo e indicó al cochero que le avisara en cuanto llegaran. Cerró los ojos y empezó a soñar con el lugar de su destino. Idealizó en su mente los parajes que le rodearían, los ríos que le bañarían, las personas que le habitarían y el modo en que le tratarían. Aquel debía ser el lugar más bello del planeta.
 
Sin saber cuánto tiempo duró soñando, fue despertado por el cochero. El hombre descendió dispuesto a maravillar sus ojos con aquel edén moderno, pero lo que encontró fue algo muy distinto a lo que imaginó, aquel lugar le pareció triste y vacío. Preguntó al cochero si no sentía también lo mismo, que aquel famoso reino era una decepción, pero éste dijo sonriendo: “No señor, yo lo veo completamente distinto, para mí sí es todo lo que esperaba”. El hombre incrédulo insistió, “No puede ser, ¿dónde están los bellos parajes, los ríos?”. “Allí mismo, frente a nosotros”, respondió el cochero señalando hacia donde el hombre tan solo vio un charco y dos lastimeros arboles de tronco seco.
 
“Ahh, ya entiendo lo que ocurre mi señor”, exclamó el cochero condescendiente. “Es imposible que lo viéramos igual, porque yo venía conduciendo”. “¿Eso qué tiene que ver?”, preguntó con molestia el acaudalado hombre, a lo que el cochero con algo de pena respondió, “El Triunfo se percibe distinto si somos nosotros quienes llegamos a él, de si simplemente alguien más nos lleva”.