(HUMOR)
Halloween
es ese día en el que podemos disfrazarnos de la forma más estrambótica o
ridícula y salir a la calle sin problema. En otras palabras, nosotros nos
vestimos en Halloween como Lady Gaga se viste todos los días.
Mi
primer intento de disfraz me dejó un fuerte trauma: yo quería disfrazarme de
Batman, mi superhéroe favorito, para lo cuál delegué la tarea a mi abuelita,
quien amorosa como siempre, buscó el disfraz para su adorado angelito. Luego
llegaría a casa con el traje, de Batman, sí, pero por alguna extraña razón que
aún hoy después de tantos años sigo sin entender, el disfraz era rojo… ¡ROJO!…
un Batman rojo, yo no parecía el hombre murciélago sino un demonio al que le
estaban mudando los dientes.
Aquella
experiencia hizo que, con todo y lo mucho que amo al personaje, jamás volviera
a intentar disfrazarme de él. Pero este 2015, con ya 35 años, mi amigo
Sebastián Fernández, sensacional artista, me convenció de comprar un disfraz de
Batman para realizarme una sesión fotográfica, que gracias a su genialidad con
el lente, arrojó como resultado fotos como la que encabeza esta columna. La
verdad, el disfraz tuve que mandarlo a traer de Estados Unidos, y barato no fue,
pero hice el esfuerzo para enfrentar mi trauma y ver por fin realizado un sueño
de infancia.
Sé
que la situación económica no está como para andar importando disfraces que muy
seguramente sólo usaremos un par de veces, por eso me he dado a la tarea de pensar
en formas creativas y económicas con las cuales puedan diseñarse un disfraz que
cause sensación en la próxima fiesta de Halloween a la que asistan.
Compre
papel bond de color amarillo, recúbrase con él de los pies a la cabeza,
semejando un banano, y cuando le pregunten de qué está disfrazado, usted dirá
orgulloso: de Maduro.
Un
día antes de la fiesta déjese quemar por el sol para que la cara le quede bien
rosadita, póngase el traje de sastre más fino que tenga el abuelito, lleve en
el bolsillo un limón que irá chupando periódicamente para arrugar la cara bien
feo, y listo, ahí está su disfraz de Donald Trump.
Si
va en calzoncillos puede decir que está disfrazado de afiche de James Rodríguez.
Déjese
crecer las uñas, llegue al evento, y a todo el que se cruce dele un rasguño,
cuando le pregunten molestos qué carajos le pasa, usted dirá que es porque El Hombre Araña.
Si
tiene algún amigo o familiar en Santander, pídale que le envíe varios paquetes
del tradicional insecto comestible de la región, permanezca con ellos comiéndolos
poco a poco durante todo el día, y verá como la gente solita empieza a decir que usted es El Hombre Hormiga Culona.
Por
último, y esta es la opción más económica de todas: no salga de casa, y cuando
le pregunten por qué no asistió a la fiesta, usted dirá: “sí fui, estaba
disfrazado de El Chapo Guzmán, por eso me quedé encerrado”.