martes, 27 de noviembre de 2018

POR QUÉ ESCRIBIR


                                                    (CUADERNO PERSONAL)



Desde muy pequeño me gustó la escritura, me cuenta mi papá que a los 5 años escribí mi primer cuento, cosa poco común para un niño de esa edad. No tengo memoria de dicho cuento, pero sí recuerdo fielmente cómo a los 8 años llevaba conmigo un cuaderno en el que plasmaba intentos de poesía, y que fui sorprendido por mi profesora mientras escribía en clase. Después me hizo leer algo ante toda la clase porque ingenuamente pensaba que a mis compañeros les parecería tan admirable como a ella.

Siempre he amado la lectura, y no sólo de cómics como podrían pensar algunos. Leía de todo. Durante mis años de adolescencia fui el comúnmente denominado ratón de biblioteca, cosa que se me facilitaba por la inmensa biblioteca de mi papá. Devoraba clásicos de la literatura, obras contemporáneas, best sellers,  ciencia ficción, hasta libros de auto superación. Fue por aquella época cuando empecé a soñar con convertirme en escritor. Podía verme a mí mismo en un futuro escribiendo novelas como José Saramago. Pero mi imaginación funcionaba mejor imaginándome como escritor que escribiendo realmente. Ideas no mal faltaban, escribía frenéticamente, pero el 95% era basura, literalmente, porque lo hacía con papel y lápiz, de mi puño y letra, y dichas páginas terminaban allí, en la basura.

Participé en cuanto festival o convocatoria pude. Me presenté a festivales de poesía, cuento, ensayo, literatura infantil, incluso uno de novela corta. El resultado: jamás gané ni un madrazo. No obstante, nunca paraba de escribir. Me alentaba la historia de cómo a García Márquez el primer editor que leyó la Hojarasca le dijo que mejor se dedicara a otra cosa porque escribir no era lo suyo.

Con el tiempo la escritura por fin me dio mi primera victoria, pero no de la manera que esperaba. Gané un concurso radial de humor gracias a mis guiones. De allí me animé a participar en otro que también gané, ese a su vez me condujo a otro, y desde entonces han transcurrido 19 años en que no he parado de ganarme la vida con lo que descubrí que sí era bueno escribiendo, humor.

Mi carrera en la comedia me hizo olvidar la aspiración literaria, no obstante, jamás dejé de escribir esas otras cosas de manera paralela, quizá con una frecuencia muchísimo menor, pero siempre han estado allí. Hace años empecé este blog dedicado por completo a textos cómicos. Después las obligaciones laborales quitaron tiempo a estos divertimentos pasionales y lo fui olvidando.  Un par de veces intenté retomarlo, la última ampliando el contenido a más que humor, mezclando otros géneros, incluidos textos mucho más personales, como éste.

Confieso, no sin pena, que parte de la poca dedicación a mi blog en los últimos años obedece al desánimo producido por el escaso eco que tiene mi trabajo aquí. Para nadie es un secreto que la lectura no es un gusto de masas, y el tiempo que el blog demanda, versus el amplio rango de alcance de mis demás ocupaciones, me hacen sentir que todo el esmero depositado aquí, es energía que le robo a lo demás.

Pero estos días he recibido una serie de nuevos impulsos, ejemplos de amigos que se animaron a escribir sus libros y los publicaron, reencuentro con textos que en otrora me inspiraron, y conocer personas cuya aparición sugiere aquellas casualidades que dicen tanto. Quiero intentarlo otra vez. Creo que la escritura, entiéndase no como guiones de programas radiales, televisivos o espectáculos teatrales, sino escritura real, de esta que hablará directamente al público sin artilugios de producción o interpretación en medio, tiene conmigo esa relación de las parejas que separan por épocas, pero con tan solo coincidir en un mismo espacio vuelven a producirse mutuamente los sentimientos que les impiden olvidarse.

Intentaré retomar el blog, y más importante aún, intentaré que no me importe estarlo haciendo tan sólo para ustedes, los tres o cuatro que lo puedan estar leyendo. Por ustedes que me leen intentaré mantenerme en pie. Más importante aún, por mí que lo escribo, intentaré mantenerme en pie. Y es precisamente a ti, amigo o amiga a quien Dios bendiga por dar importancia a mis palabras, a ti quiero hacerte una promesa. No sé qué tan constante vaya a poder ser por este medio, pero el próximo año, 2019, tengo la meta, de sí o sí, por fin escribir mi primer libro. No será una novela y mucho menos una joya literaria, pero sí algo que disfrute escribiendo para que tú le disfrutes leyendo. No seré el José Saramago que de joven me soñaba siendo, pero seré el Iván Marín que jamás soñé podría llegar a ser.