(CUENTO)
Pero al llegar a su destino, oh sorpresa, él estaba sentado y completamente relajado, continuaba en actitud paciente allí esperando. Ella, sin salir de su asombro, lo primero que atinó a decir fue:
--- ¿Qué haces aquí?
--- Esperándote. --- dijo él mientras se ponía en pie con una amplia sonrisa en los labios.
--- Pero no lo merezco, no soy digna de tu paciencia, mira lo tarde que es.
--- No me parece que hayas tardado tanto. --- dijo sonriente mientras consultaba su reloj --- Oh, es que está dañado, igual no importa.
--- Pero es que yo soy
--- No importa, tú eres la Vejez, pero yo soy el Amor, y para el Amor nunca es demasiado tarde.