(CUENTO)
Durante toda su vida aquel hombre trabajó
supremamente duro, pero en todos los trabajos por los que pasaba sólo conseguía
que le pagaran con “Derrotas”, unas monedas demasiado grandes, pesadas y
ordinarias. Mientras otros hombres, con menos méritos, recibían de salario
“Triunfos”, unos billetes demasiado valorados y sencillos de portar.
No obstante,
cada vez el hombre se empeñaba en hacer mejor las cosas, recibía su salario y
lo echaba en el pesado morral donde cargaba todas sus “Derrotas”. Sin importar
lo pesadas, para él no dejaban de ser valiosas si las sumaba todas.
Un buen día
encontró que estaba en venta el lugar de sus sueños, una preciosa propiedad
llamada “El Éxito”, pero muchos otros hombres iban también tras ella. Se inició
entonces una subasta en la que los demás ofrecían uno, dos o hasta tres
“Triunfos”, entonces él puso su pesado saco sobre la mesa y ofreció pagar con mil
“Derrotas”.
La venta fue
inmediata, el hombre obtuvo al fin “El Éxito” que tanto deseaba. Quien vendía
conocía la velocidad con que se consume el valor de un “Triunfo”, en cambio jamás
se pierde lo que se adquiere con una “Derrota” bien llevada.