(HUMOR)
Recientemente fue capturado Daniel “El loco Barrera”, reconocido
narcotraficante y líder de las ERPAC, Ejercito Revolucionario Popular
Antisubversivo de Colombia. El hecho es importante, pero palidece ante el verdadero
suceso, la identidad usada por el narco para engañar a las autoridades. Para
quienes no lo hayan visto en las noticias, ténganse de atrás, Daniel el Loco
Barrera, se hacía llamar: José Lucumí Popo. Con razón su alias de “El Loco”.
Y la sorpresa no empieza allí. Parte desde el hecho mismo
de descubrir que el nombre no es ficticio, en efecto pertenece a un José Lucumi
Popo real. Sí señores, hay padres capaz de hacer eso a sus hijos, pero el ICBF
está maniatado ante estas situaciones.
Resulta que don José extravió sus documentos durante su
visita a un centro médico. Algún buen amigo le habrá dicho en ese momento:
“José, ve a poner el denuncio, no sabes lo que puedan hacer por ahí con tus
papeles”. A lo que él debió pensar “¿quién va a querer hacer algo con mis apellidos? Si
no lo quiero ni yo”.
Pero
José se equivocaba. El encargado de proporcionar a Daniel Barrera una nueva
identidad, coincidencialmente por esos días debía tomarse una prueba
coprológica, y fue al mismo centro médico donde Lucumí Popo perdiera sus
papeles. Él, que precisamente iba por allí atento a conseguir documentos
extraviados, sumó estos a algunos conseguidos con anterioridad, y llegó donde
su jefe con varias opciones: “Patrón, desde hoy podría empezar a llamarse John
Velásquez”, dijo convencido el falsificador; “Muy común”, replicó don Daniel.
“Entonces Joaquín Pérez”, sugirió el ayudante; “No me transmite nada”, replicó
Barrera. “Pues… Lo único que me queda es José Lucumí Popo”, murmuró sin
entusiasmo el empleado; “Perfecto”, exclamó el Loco.
Mucho
se han burlado del poco tino del narco para elegir un nombre tan peculiar,
sobre todo si lo que quería era pasar desapercibido. Pero me pregunto yo, ¿qué
más bajo perfil que un par de apellidos así? A decir verdad, me parece
brillante la estrategia de Daniel Barrera: ¿a quién, por más suspicaz que sea, se
le podría ocurrir que sea peligroso un Lucumí Popo? El loco Barrera perfectamente podría haberse
presentado en la oficina de inmigración de cualquier país con un rifle en cada
mano y tres granadas en el cinturón, pero apenas los agentes de la Interpol le
pidieran los papeles, se totearían de la risa: “¡¿¿Lucumí
Popo??!... Nooooooo, este man con ese nombre no le puede haber hecho daño a
nadie… al contrario, toda la vida debió ser víctima de bullying”.
Imaginen
la sorpresa del pobre José al ver policías tocando a su puerta: “Ay, no. Yo sí
sabía que tarde o temprano iban a procesarme… Uno no puede ser Popo y quedar
impune”. Entonces los oficiales le dirían: “Tranquilo don José, no venimos a
arrestarlo, sino a informarle que atrapamos a quien usurpó su identidad. Es un
peligroso narco”. Allí, el miedo de don José se transformaría en indignación:
“No señores, podrán ser muy policías y todo lo que quieran, pero tampoco voy a
permitir que vengan a burlarse de mí de esa manera”. Los policías insistirían:
“Es en serio, un narco se hacía llamar José Lucumí Popo”. Y él escéptico: “Síííííííí,
cómo no…. Y la Tigresa de Oriente será jurado en el próximo Factor X”.
Lo
cierto es que ya se aclaró todo: Daniel está tras las rejas y José tras las
bromas. Las cosas volvieron a la normalidad. Atesoramos otra anécdota en la
macondiana realidad colombiana. Pero más allá de esto, muy por encima de todo,
recordaremos la ternura del señor Lucumí Popo, quién afirma que su principal
interés es el de limpiar su nombre. Productos Familia se ofreció a ayudarle.