lunes, 23 de enero de 2023

LAS ALMAS A ESCONDINDAS

                                                              (CUENTO)


Un buen día todas las almas se reunieron para jugar a las escondidas, y pese a ser infinitas se las ingeniaron para enumerarse. Allí estaban en un lugar del cosmos, almas de todos los colores, formas y tamaños. Pero había una en especial que sobresalía, era el alma más hermosa y sabia, todas las otras le profesaban una sincera admiración. De ella emanaba un sentimiento cálido que a quién se le acercara enamoraba.
 
Pero fue otra, el alma más traviesa, la encargada de buscar a las demás. Debía taparse los ojos y contar hasta mil trillones. Mientras lo hacía las otras se daban a la fuga buscando el mejor lugar, disponían del universo entero para ocultarse. Algunas se introducían en los agujeros negros del espacio; otras se montaban en los cometas y se marchaban tan lejos como estos fueran; otras preferían alojarse en el brillo de alguna estrella, las más perezosas y menos creativas simplemente se hacían tras algún planeta; otras en cambio, las más dispuestas a nunca ser halladas, se adentraban en lo más profundo de los enigmas.
 
Pasado el tiempo necesitado para su conteo, el alma traviesa se dio a la búsqueda. Primero encontró a las que estaban tras los planetas, después sorprendió a las que reposaban en el brillo de las estrellas, incluso descubrió el truco empleado por varias que se unían para despistarle creando constelaciones. Descubrió a alguna que se había caído del cometa y estaba apenas en la estela, así supo el truco de las muchas que se escondieron bien lejanas. Sin miedo alguno se introdujo en los agujeros negros y con mucho valor hizo lo mismo en los enigmas. Las pocas almas que faltaban resultaron estar tras el límite del universo, pero fueron descalificadas por trampa.
 
Finalmente advirtieron que hacia falta una, aquella alma que les era tan bella como ahora esquiva. Se divirtieron viendo cómo el alma inquieta se daba a la búsqueda frenética. Pero pasados varios siglos empezaron a contagiarse del deseo de buscarla y se unieron todas en dicha empresa. La buscaron en las estrellas que recién nacían y en las novas que se extinguían. La buscaron en el más ardiente sol como en la más triste de las lunas. Llegaron al extremo incluso de buscarla en los planetas, a donde solo puede entrarse si es con un extraño traje de huesos, piel y carne. 
 
Hace ya miriados siglos desde que el alma bella se escondió. Algunas se han cansado de jugar, pero otras aún se esfuerzan, es por eso que hoy en día un buen número de las almas, cada una a su manera, están buscando a Dios.