miércoles, 19 de mayo de 2021

EL MEJOR CUENTO DE TODOS

 

                                                                (CUENTO)


Aquel hombre con aspiraciones de escritor se sentó frente a su computador. La idea fija en su mente era muy clara: escribir el mejor cuento de todos.

Un cuento digno de ser llamado así debía contener elementos muy especiales. Primero que todo, plantear una trama sin igual, una tan poderosa y contundente que tan sólo referirse a ella despertara en cualquier lector las devoradoras ansias de consumir la totalidad de líneas en su contenido.

La narrativa era otro de los retos a superar. La historia de la literatura está llena de brillantes narradores cuya forma de describir los hechos convirtió historias simples en obras de arte. No sería sencillo superar el genio de aquellas plumas, pero debía ser muy cuidadoso de no caer en trampas fáciles como la retórica incongruente o innecesaria, o peor aún, el lenguaje falsamente pomposo que resultara empalagoso.

Y estaba por supuesto el final, ese punto exacto al que deben conducirnos todas las rutas del relato, ese lugar oculto en la inmensidad del bosque al que pretendemos llevar a los perdidos sin saber hacia dónde son conducidos, esa extremidad de la criatura mítica a la que se da vida en un escrito y que nos golpea con los sentimientos de sorpresa y asombro. El final, ese tan complicado principio.

La angustia del novel escritor radicaba no en la carencia de ideas, sino en la ausencia de una superior a todas ellas. Por su mente cruzaban legiones enteras de seductoras historias y cada una coqueteaba con la necesidad de hacerse impresa en la hasta entonces hoja en blanco. Era un profundo océano habitado por protagonistas de relatos aún no escritos, y él, deseaba sumergirse en esas borrascosas aguas, bien para conocer a una sirena que fuese la respuesta a su disyuntiva, o para ahogarse sin remedio en ellas.

¿Cómo hacer destacar una historia a punto tal de escribirla no sólo en el papel sino también en el recuerdo eterno de quienes la lean? ¿Cómo hacer para desprenderse del rotulo que habría de calificarle como un mero intento de lograrlo? ¿Cómo hacer para no convertirlo en uno más sin tampoco hacerlo en uno menos? ¿Cómo hacer para escribir algo que no sea la compañía efímera de un rato de ocio ni la curiosidad saciada de un llamativo título? ¿Cómo hacer para cambiar el mundo a partir de un cuento?

Transcurrieron todas las horas necesarias para ser sumadas en varios días, hasta que finalmente aquel hombre comprendió el sin sentido de su imposible empresa, no por utópica, sino por desenfocada. Un cuento no necesita ser el mejor de todos y mucho menos cambiar al mundo, basta con que en el proceso cambie al autor del mismo. Así lo entendió nuestro escritor, entonces escribió ésta última línea y apagó el computador.