Italia está conmocionada. Un grupo de médicos practicaba a sus pacientes cirugías innecesarias con el fin de obtener jugosos reembolsos pagados por el seguro social. Estos galenos para quienes Hipócrates es un personaje imaginario, inventaban procedimientos con el fin de facturar. Podríamos decir que su lema era: “Bisturí en las carnes, dinero en las cuentas”.
Como los reembolsos de la seguridad social son más elevados cuando se pasa por la mesa del cirujano, se calcula que estos estafadores le habrían sacado al seguro social unos 2,5 millones de euros con sus antiéticos procedimientos. Al parecer, ingresar a las instalaciones de la clínica era como ir a una carnicería en día de promoción. Caminando por sus pasillos no era raro encontrar órganos volando, más de un colombiano desprevenido habría pensado que estaba en zona de dominio paramilitar.
Conozcan parte del prontuario delictivo de los cirujanos diabólicos: A una señora de más 90 años le instalaron una prótesis sin esterilizar porque tenía una expectativa de vida breve; a una mujer de 42 años le extirparon un seno por la presencia de dos nódulos; a una joven de 18 años le mutilaron un seno por un adenoma benigno – ignoro qué es adenoma, pero la palabra benigno clarifica el panorama -- y a un señor de 38 años que tenía pulmonía le quitaron parte del pulmón en vez de tratarlo con antibióticos. También está el caso de una mujer de 88 años operada tres veces en el mismo año, lo que le produjo a la clínica ganancias por 12.000 euros.
En Colombia un hospital de estas características sería imposible, puesto que la seguridad social jamás generará tan jugosos reembolsos a cirujanos que pretendan imitar la modalidad de estafa italiana. Con esa tranquilidad en el alma, decidí investigar el resto de procedimientos practicados en la clínica del horror.
Un señor tenía una leve desviación en la columna y decidieron implantarle una mucho más fuerte, optaron por una de las columnas de Antonio Caballero.
A un paciente le abrieron una pierna porque encontraron que tenía demasiado parecidos los gemelos.
A un anciano le extirparon la tibia para ponérsela a enfriar.
A un pianista le implantaron una mano en la oreja para que pudiera tocar de oído.
A una joven que tenía excelentes defensas, le recetaron unos muy buenos delanteros.
A un señor le detectaron que su oído tenía por huesos un yunque y un martillo, así que decidieron montarle una ferretería en la oreja.
A un señor le pusieron un lector láser en el pene, para que el suyo fuera un aparato reproductor de CDs.
A un abuelo le implantaron una vajilla que hiciera juego con sus vasos sanguíneos.
A una anciana le quitaron el dedo corazón para reducirle el riesgo de sufrir problemas cardiacos.
A un gimnasta le reemplazaron las muñecas por unas Barbies que son más populares.
A un niño le extirparon el esternocleidomastoideo para que no sufriera aprendiendo a pronunciarlo.
Un señor se llamaba Adán Aurelio y determinaron que le sobraban costillas.
Un trapecista se cayó en pleno desarrollo de su oficio y le quitaron la mano por si desarrollaba pánico al trapecio.
Un señor sufría cáncer, y le cambiaron el signo zodiacal.
A un filósofo le reemplazaron el húmero por Homero.
A un joven decidieron curvarle el recto.
Un señor llegó con un cuchillo incrustado en su abdomen, y le metieron un tenedor para completar los cubiertos.
Un señor llegó con fiebre uveoparotídea, y optaron por extirparle el apéndice porque no tenían ni idea qué era lo otro.
Como los reembolsos de la seguridad social son más elevados cuando se pasa por la mesa del cirujano, se calcula que estos estafadores le habrían sacado al seguro social unos 2,5 millones de euros con sus antiéticos procedimientos. Al parecer, ingresar a las instalaciones de la clínica era como ir a una carnicería en día de promoción. Caminando por sus pasillos no era raro encontrar órganos volando, más de un colombiano desprevenido habría pensado que estaba en zona de dominio paramilitar.
Conozcan parte del prontuario delictivo de los cirujanos diabólicos: A una señora de más 90 años le instalaron una prótesis sin esterilizar porque tenía una expectativa de vida breve; a una mujer de 42 años le extirparon un seno por la presencia de dos nódulos; a una joven de 18 años le mutilaron un seno por un adenoma benigno – ignoro qué es adenoma, pero la palabra benigno clarifica el panorama -- y a un señor de 38 años que tenía pulmonía le quitaron parte del pulmón en vez de tratarlo con antibióticos. También está el caso de una mujer de 88 años operada tres veces en el mismo año, lo que le produjo a la clínica ganancias por 12.000 euros.
En Colombia un hospital de estas características sería imposible, puesto que la seguridad social jamás generará tan jugosos reembolsos a cirujanos que pretendan imitar la modalidad de estafa italiana. Con esa tranquilidad en el alma, decidí investigar el resto de procedimientos practicados en la clínica del horror.
Un señor tenía una leve desviación en la columna y decidieron implantarle una mucho más fuerte, optaron por una de las columnas de Antonio Caballero.
A un paciente le abrieron una pierna porque encontraron que tenía demasiado parecidos los gemelos.
A un anciano le extirparon la tibia para ponérsela a enfriar.
A un pianista le implantaron una mano en la oreja para que pudiera tocar de oído.
A una joven que tenía excelentes defensas, le recetaron unos muy buenos delanteros.
A un señor le detectaron que su oído tenía por huesos un yunque y un martillo, así que decidieron montarle una ferretería en la oreja.
A un señor le pusieron un lector láser en el pene, para que el suyo fuera un aparato reproductor de CDs.
A un abuelo le implantaron una vajilla que hiciera juego con sus vasos sanguíneos.
A una anciana le quitaron el dedo corazón para reducirle el riesgo de sufrir problemas cardiacos.
A un gimnasta le reemplazaron las muñecas por unas Barbies que son más populares.
A un niño le extirparon el esternocleidomastoideo para que no sufriera aprendiendo a pronunciarlo.
Un señor se llamaba Adán Aurelio y determinaron que le sobraban costillas.
Un trapecista se cayó en pleno desarrollo de su oficio y le quitaron la mano por si desarrollaba pánico al trapecio.
Un señor sufría cáncer, y le cambiaron el signo zodiacal.
A un filósofo le reemplazaron el húmero por Homero.
A un joven decidieron curvarle el recto.
Un señor llegó con un cuchillo incrustado en su abdomen, y le metieron un tenedor para completar los cubiertos.
Un señor llegó con fiebre uveoparotídea, y optaron por extirparle el apéndice porque no tenían ni idea qué era lo otro.
Me descrestaron tus conocimientos medicos. JEJE.
ResponderEliminarJajajajaja Super
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