¡¡Happy birthday to you, happy birthday to you, happy birthday Pitufos, happy birthday to you!! Sí señoras y señores, los Pitufos están de cumpleaños. La medio bobadita de 5 décadas entreteniendo al mundo. Y en Europa piensan rendirles un homenaje que esté a su altura --- bueno, no exactamente, o sería un homenaje muy pequeño ---. Tendrán canciones de aniversario, muñequitos en edición limitada, una colección especial de vestimenta, la emisión de sellos postales y exposiciones.
Mientras por allá festejan de lo lindo con tures temáticos y demás invenciones estrafalarias, yo les rindo un homenaje mucho más sencillo. Creo que todos hemos visto a los Pitufos, ¿pero alguna vez nos hemos detenido a analizarlos como se merecen? La verdad es que no. Aprovechemos entonces su medio siglo de existencia y reflexionemos sobre lo dura que debe ser la vida para ellos.
Partamos del triste hecho de sus viviendas. Estos pobres habitan en hongos. ¡En hongos por Dios santo! Un elemento biológico que ni es animal ni es planta. Son eso sí, unas cositas diminutas que algunos humanos usan para trabarse, o que en el mejor de los casos, terminan siendo ingredientes más de una pizza. Y esta realidad lo único que hace es resaltar su lastimera apariencia, porque verlos caminar por ahí sin ropita, me da la impresión de estar frente a un campamento de damnificados por alguna catástrofe natural.
Vayamos ahora a su pigmentación. Los hinchas de millonarios se jactan – no sabemos por qué – de llevar el azul en sus venas. ¿Pero se sentirían dichosos llevándolo en la piel? Lo dudo a fe. Ya de entrada, ¿si todos son azules, cómo hacen para saber cuando alguno se está ahogando? Imagino que para un rescatista de la Defensa Civil, a quien le han enseñado la tonalidad adquirida por un asfixiado, debe ser muy duro ver a los Pitufos y no sentir el impulso de arrojárseles encima a darles respiración boca a boca.
Y ese color en la piel debe acarrearles muchos más problemas. Por ejemplo, ¿cómo pueden distinguir a un Pitufo de la realeza? Por su sangre azul no es. O respóndanme ésta si son capaces: ¿Cómo hace Pitufina para saber que encontró a su príncipe azul?
A propósito de Pitufina. Qué dura la vida de esa niña. Una sola mujer entre 100 tipos. ¿Cómo podía caminar por las calles de aldea Pitufo? Aterrada, con miedo de una inminente violación. En qué momento se les subía la calentura a todos esos enanos y tenga pa´ que lleve. Al menos cuando hay varias mujeres se reparten entre ellas el morbo de los manes, pero si sólo hay una, todos visualizarán en ella la única posibilidad de ver satisfechos sus deseos carnales. Porque ni Papá Pitufo se salva de la sospecha, aceptémoslo, un viejito con barba que anda por ahí sin camiseta: ¡violador en potencia! Y una cosa advierto: ojo al hablar de Pitufina, no porque viva entre tantos hombres permito que se dude de su honra, ella no es ninguna mesalina que satisfaga tropas de machos ansiosos, en tal caso no sería Pitufina, sino Puta fina.
Y su drama no termina ahí. Calculen la angustia de una mujer sin amigas. ¿Con quién chismosea? ¿Cómo hace para ir al baño sola? ¿En dónde compra las toallas higiénicas? Por eso en los comerciales de protectores menstruales vemos que sobre la toalla riegan un líquido azul: homenaje a Pitufina, una mujer que ha debido sufrir a solas. El mayor gesto de solidaridad que puede encontrar en toda la aldea, se lo da Pitufo Vanidoso, quien en realidad no es ningún narcisista, sino una gay asolapado. Una cosa es mirarse al espejo todo el día, eso le pasa a cualquier respetable metrosexual, pero la florecita en la cabeza, esa sí que se la meta por donde seguro le gusta. Dicho esto sobre Pitufo Vanidoso, hablemos de otros aldeanos que resultan no menos inquietantes.
Pitufo Gruñón: Especulando, su constante mal genio podría deberse a la escasa posibilidad que de obtener sexo ofrece la aldea. ¿Pero de verdad será causal para andar rabón todo el día? Porque de ser así yo viviría rasgándome las vestiduras. En realidad creo que su amargura debe tener raíces mucho más profundas, por ejemplo, el hecho de que les hayan dado por uniforme un gorrito y pantalón blancos, con lo que han de ensuciarse dichas prendas viviendo en el bosque, y tener que lavarlas a mano, eso sí enfurece a cualquiera.
Pitufo Fortachón: Hay algo que siempre me ha confundido en este personaje. Es el tipo rudo, el musculoso, el malote de la vereda, ¿y justo lo que decide tatuarse en el brazo es un corazón? No sé qué tan lineal sea mi pensamiento, pero tiendo a asociar que un tipo cuya divina trinidad son los pectorales, bíceps y tríceps, resalta su vigor tatuándose un cráneo o un dragón, ¿pero un corazón? Debe ser un Osito Cariñosito infiltrado. Lo otro altamente sospechoso en Fortachón es la fuente de la que proviene toda esa inagotable energía. ¿Estamos acaso frente al campeón del dopaje? Hasta que no le estudien la orina mantendré mi suspicaz inquietud.
Pitufo Goloso: Algo es claro, la bulimia y anorexia son padecimientos ajenos a la preocupación de nuestro amiguito. Que coma más que el profesor Yarumo en sus correrías no es problema, lo que resulta chocante es que nunca engorde. Recuerdo capítulos en que el volumen de comida ingerida era superior al de su propia masa corporal, pero la barriga, intacta. Maldito afortunado.
Pitufo Bromista: Estamos ante el Pablo Escobar de los Pitufos, se la pasa poniendo bombas en todas partes. Lo único azul más peligroso que las barras bravas de Millonarios. El psicópata más grande en la historia de los dibujos animados, porque para él los explosivos son chistosos, para esta retorcida mente una explosión resulta jocosa. ¡¡Qué miedo!! Lo que me gusta de este personaje es que, sin proponérselo, consigue demostrar la poca inteligencia de sus congéneres. Recapitulemos, todos saben que se llama Bromista y siempre lleva un regalo que busca entregar a toda costa, ¿qué puede tener en el cerebro el Pitufo que aún caiga en la treta? ¿A nadie se le ha ocurrido encerrarlo para que se regenere? Pero me encantaría conocerlo para formularle una pregunta. ¿Si todos los días hace bromas, cómo se divierte el 28 de diciembre?
Pitufo Granjero: A diferencia de los demás, viste un overol y gorrito de paja, ¿por qué?, porque en realidad debería llamarse Pitufo Marrano, es el único que de verdad trabaja, se la pasa cultivando la tierra mientras los demás andan por ahí con sus bobadas. Mi total solidaridad con este sufrido personaje.
Pitufo Perezoso: Revalida lo dicho en Pitufo Granjero, que todos los demás son unos vagos, claro que este sí se descaró, es capaz de dormirse sobre un fogón prendido y graduarlo para que el calor lo arrulle. Me recuerda a ciertos ministros de interior y justicia de países suramericanos.
Pitufo Filósofo: Nuestro amigable cuatro ojos es el mamerto que no puede faltar. Quizás no un Descartes, un Seneca, un Platón, pero filósofo al fin y al cabo. Aunque, ¿qué sentencias puede legar al mundo un pensador azul de escasos centímetros? “Pienso, luego pitufiexisto”.
Pitufo Tontín: En toda sociedad los tontines tienen una razón de ser: elegir a sus gobernantes, por eso vienen en masa. Pero cuando nos presentan a un Tontín único, sin voz ni voto, en un pueblo donde la dictadura tiene al inamovible Papá Pitufo en el poder, nos preguntamos con desconcierto, ¿cuál es la finalidad de la existencia de este personaje? Tan difícil como responder a qué lado del pocillo se encuentra su oreja.
Pitufo Carpintero: Quizás fui un poco injusto al aseverar que Granjero es el único que trabaja en la aldea, Carpintero lo hace por igual, y la prueba fehaciente es que también usa overol. Es la versión reducida de McGyver. Puede construir lo que sea: un robot, un avión, un tren. Lo cual arroja una interrogante. ¡¿Si sabe hacer de todo, por qué diantres no construye una casa de verdad para que dejen de vivir en hongos?!
Pitufo Salvaje: Hay algo que jamás he logrado comprender. Se supone que se llama Salvaje porque vive en la selva, pero corríjanme si me equivoco, ¿los demás no viven exactamente en el mismo sitio? ¿O es que se fueron para un área metropolitana y nunca me enteré? Llamarlo “Salvaje” me parece tan aclaratorio como cuando a alguien en Chocó de sobre nombre le dicen “Negro”.
Papá Pitufo: Llegamos al extraño regidor de los destinos azules. ¿Alguien me puede explicar por qué este viejito rebelde se niega a usar el mismo traje de los demás? ¿A qué obedece el color rojo, es que quiere parecerse a Papá Noel o acaso es Comunista? Porque su característica barba y esa forma de amañarse en el poder, lo convierten en el Fidel Castro miniatura. Por otra parte, ¿de cuándo acá tienen que decirle “Papá”, ya ha reconocido a alguno en la aldea como hijo suyo? Me parecen de muy mal gusto estas dos muestras de petulancia en el susodicho, quien se supone sabe magia, pero para mí no pasa de ser un mero prospecto de Merlín.
Y por ultimo, un Pitufo que ha sido relegado a lo largo de los años. Pitufo Pipa de Ávila: al parecer se retiró de la serie antes de la culminación de su primera temporada, era un Pitufo inconforme con su condición, no la estatura sino el color. Se sometió a fuertes terapias de bronceamiento, pero lo único que obtuvo fue volverse morado. Así que se mandó a poner injertos de piel hasta conseguir parecerse un poco a los humanos. Luego, para reiterar aún más la protesta hacia el azul, decidió vestir la camiseta roja del America de Cali, equipo en el que militó consagrándose como pequeño gran goleador.
Pero un momento, no se vayan que nos resta un último elemento a considerar en la tragedia de nuestros amiguitos. Como si no tuvieran suficiente con todo lo dicho, incluidas sus caóticas personalidades, también son atacados por dos peculiares personajes.
Azrael: Un gato cuyo deseo de comérselos es tan solo equiparable al del coyote por echarse a la muela al Correcaminos (a propósito, no sé por qué ambos son tan obsesivos con querer comerse algo de lo que ni si quiera conocen su sabor, ¿qué tal que cuando por fin logren comérselos descubran que no les gustan, o que su carne los ponía indigestos? Habrían desperdiciado su existencia en una empresa inútil).
Y Gargamel: El rey de las obsesiones, tanto así que cada capitulo terminaba gritando: “voy a vengarme de los Pitufos, aunque sea lo ultimo que haga, lo ultimo que haga”. Se debe tener un nivel de bronca muy grande para decir que vengarse de alguien puede ser lo último que usted haga y quedar completamente satisfecho con que así sea.
Vean qué cerca está el drama de los suspiritos azules a la realidad colombiana. Viven en una aldea, bajo constante zozobra por cuenta de dos fuerzas dispuestas a acabarlos. Ahí está la fabula, hagan de cuenta un corregimiento asolado por guerrillos y paracos. Por eso resulta increíble que hayan coronado los 50 años y debemos celebrarlo. Ellos harán lo propio, soplarán las velas para luego disfrutar una rica torta cocinada por Pitufo Pastelero.
Mientras por allá festejan de lo lindo con tures temáticos y demás invenciones estrafalarias, yo les rindo un homenaje mucho más sencillo. Creo que todos hemos visto a los Pitufos, ¿pero alguna vez nos hemos detenido a analizarlos como se merecen? La verdad es que no. Aprovechemos entonces su medio siglo de existencia y reflexionemos sobre lo dura que debe ser la vida para ellos.
Partamos del triste hecho de sus viviendas. Estos pobres habitan en hongos. ¡En hongos por Dios santo! Un elemento biológico que ni es animal ni es planta. Son eso sí, unas cositas diminutas que algunos humanos usan para trabarse, o que en el mejor de los casos, terminan siendo ingredientes más de una pizza. Y esta realidad lo único que hace es resaltar su lastimera apariencia, porque verlos caminar por ahí sin ropita, me da la impresión de estar frente a un campamento de damnificados por alguna catástrofe natural.
Vayamos ahora a su pigmentación. Los hinchas de millonarios se jactan – no sabemos por qué – de llevar el azul en sus venas. ¿Pero se sentirían dichosos llevándolo en la piel? Lo dudo a fe. Ya de entrada, ¿si todos son azules, cómo hacen para saber cuando alguno se está ahogando? Imagino que para un rescatista de la Defensa Civil, a quien le han enseñado la tonalidad adquirida por un asfixiado, debe ser muy duro ver a los Pitufos y no sentir el impulso de arrojárseles encima a darles respiración boca a boca.
Y ese color en la piel debe acarrearles muchos más problemas. Por ejemplo, ¿cómo pueden distinguir a un Pitufo de la realeza? Por su sangre azul no es. O respóndanme ésta si son capaces: ¿Cómo hace Pitufina para saber que encontró a su príncipe azul?
A propósito de Pitufina. Qué dura la vida de esa niña. Una sola mujer entre 100 tipos. ¿Cómo podía caminar por las calles de aldea Pitufo? Aterrada, con miedo de una inminente violación. En qué momento se les subía la calentura a todos esos enanos y tenga pa´ que lleve. Al menos cuando hay varias mujeres se reparten entre ellas el morbo de los manes, pero si sólo hay una, todos visualizarán en ella la única posibilidad de ver satisfechos sus deseos carnales. Porque ni Papá Pitufo se salva de la sospecha, aceptémoslo, un viejito con barba que anda por ahí sin camiseta: ¡violador en potencia! Y una cosa advierto: ojo al hablar de Pitufina, no porque viva entre tantos hombres permito que se dude de su honra, ella no es ninguna mesalina que satisfaga tropas de machos ansiosos, en tal caso no sería Pitufina, sino Puta fina.
Y su drama no termina ahí. Calculen la angustia de una mujer sin amigas. ¿Con quién chismosea? ¿Cómo hace para ir al baño sola? ¿En dónde compra las toallas higiénicas? Por eso en los comerciales de protectores menstruales vemos que sobre la toalla riegan un líquido azul: homenaje a Pitufina, una mujer que ha debido sufrir a solas. El mayor gesto de solidaridad que puede encontrar en toda la aldea, se lo da Pitufo Vanidoso, quien en realidad no es ningún narcisista, sino una gay asolapado. Una cosa es mirarse al espejo todo el día, eso le pasa a cualquier respetable metrosexual, pero la florecita en la cabeza, esa sí que se la meta por donde seguro le gusta. Dicho esto sobre Pitufo Vanidoso, hablemos de otros aldeanos que resultan no menos inquietantes.
Pitufo Gruñón: Especulando, su constante mal genio podría deberse a la escasa posibilidad que de obtener sexo ofrece la aldea. ¿Pero de verdad será causal para andar rabón todo el día? Porque de ser así yo viviría rasgándome las vestiduras. En realidad creo que su amargura debe tener raíces mucho más profundas, por ejemplo, el hecho de que les hayan dado por uniforme un gorrito y pantalón blancos, con lo que han de ensuciarse dichas prendas viviendo en el bosque, y tener que lavarlas a mano, eso sí enfurece a cualquiera.
Pitufo Fortachón: Hay algo que siempre me ha confundido en este personaje. Es el tipo rudo, el musculoso, el malote de la vereda, ¿y justo lo que decide tatuarse en el brazo es un corazón? No sé qué tan lineal sea mi pensamiento, pero tiendo a asociar que un tipo cuya divina trinidad son los pectorales, bíceps y tríceps, resalta su vigor tatuándose un cráneo o un dragón, ¿pero un corazón? Debe ser un Osito Cariñosito infiltrado. Lo otro altamente sospechoso en Fortachón es la fuente de la que proviene toda esa inagotable energía. ¿Estamos acaso frente al campeón del dopaje? Hasta que no le estudien la orina mantendré mi suspicaz inquietud.
Pitufo Goloso: Algo es claro, la bulimia y anorexia son padecimientos ajenos a la preocupación de nuestro amiguito. Que coma más que el profesor Yarumo en sus correrías no es problema, lo que resulta chocante es que nunca engorde. Recuerdo capítulos en que el volumen de comida ingerida era superior al de su propia masa corporal, pero la barriga, intacta. Maldito afortunado.
Pitufo Bromista: Estamos ante el Pablo Escobar de los Pitufos, se la pasa poniendo bombas en todas partes. Lo único azul más peligroso que las barras bravas de Millonarios. El psicópata más grande en la historia de los dibujos animados, porque para él los explosivos son chistosos, para esta retorcida mente una explosión resulta jocosa. ¡¡Qué miedo!! Lo que me gusta de este personaje es que, sin proponérselo, consigue demostrar la poca inteligencia de sus congéneres. Recapitulemos, todos saben que se llama Bromista y siempre lleva un regalo que busca entregar a toda costa, ¿qué puede tener en el cerebro el Pitufo que aún caiga en la treta? ¿A nadie se le ha ocurrido encerrarlo para que se regenere? Pero me encantaría conocerlo para formularle una pregunta. ¿Si todos los días hace bromas, cómo se divierte el 28 de diciembre?
Pitufo Granjero: A diferencia de los demás, viste un overol y gorrito de paja, ¿por qué?, porque en realidad debería llamarse Pitufo Marrano, es el único que de verdad trabaja, se la pasa cultivando la tierra mientras los demás andan por ahí con sus bobadas. Mi total solidaridad con este sufrido personaje.
Pitufo Perezoso: Revalida lo dicho en Pitufo Granjero, que todos los demás son unos vagos, claro que este sí se descaró, es capaz de dormirse sobre un fogón prendido y graduarlo para que el calor lo arrulle. Me recuerda a ciertos ministros de interior y justicia de países suramericanos.
Pitufo Filósofo: Nuestro amigable cuatro ojos es el mamerto que no puede faltar. Quizás no un Descartes, un Seneca, un Platón, pero filósofo al fin y al cabo. Aunque, ¿qué sentencias puede legar al mundo un pensador azul de escasos centímetros? “Pienso, luego pitufiexisto”.
Pitufo Tontín: En toda sociedad los tontines tienen una razón de ser: elegir a sus gobernantes, por eso vienen en masa. Pero cuando nos presentan a un Tontín único, sin voz ni voto, en un pueblo donde la dictadura tiene al inamovible Papá Pitufo en el poder, nos preguntamos con desconcierto, ¿cuál es la finalidad de la existencia de este personaje? Tan difícil como responder a qué lado del pocillo se encuentra su oreja.
Pitufo Carpintero: Quizás fui un poco injusto al aseverar que Granjero es el único que trabaja en la aldea, Carpintero lo hace por igual, y la prueba fehaciente es que también usa overol. Es la versión reducida de McGyver. Puede construir lo que sea: un robot, un avión, un tren. Lo cual arroja una interrogante. ¡¿Si sabe hacer de todo, por qué diantres no construye una casa de verdad para que dejen de vivir en hongos?!
Pitufo Salvaje: Hay algo que jamás he logrado comprender. Se supone que se llama Salvaje porque vive en la selva, pero corríjanme si me equivoco, ¿los demás no viven exactamente en el mismo sitio? ¿O es que se fueron para un área metropolitana y nunca me enteré? Llamarlo “Salvaje” me parece tan aclaratorio como cuando a alguien en Chocó de sobre nombre le dicen “Negro”.
Papá Pitufo: Llegamos al extraño regidor de los destinos azules. ¿Alguien me puede explicar por qué este viejito rebelde se niega a usar el mismo traje de los demás? ¿A qué obedece el color rojo, es que quiere parecerse a Papá Noel o acaso es Comunista? Porque su característica barba y esa forma de amañarse en el poder, lo convierten en el Fidel Castro miniatura. Por otra parte, ¿de cuándo acá tienen que decirle “Papá”, ya ha reconocido a alguno en la aldea como hijo suyo? Me parecen de muy mal gusto estas dos muestras de petulancia en el susodicho, quien se supone sabe magia, pero para mí no pasa de ser un mero prospecto de Merlín.
Y por ultimo, un Pitufo que ha sido relegado a lo largo de los años. Pitufo Pipa de Ávila: al parecer se retiró de la serie antes de la culminación de su primera temporada, era un Pitufo inconforme con su condición, no la estatura sino el color. Se sometió a fuertes terapias de bronceamiento, pero lo único que obtuvo fue volverse morado. Así que se mandó a poner injertos de piel hasta conseguir parecerse un poco a los humanos. Luego, para reiterar aún más la protesta hacia el azul, decidió vestir la camiseta roja del America de Cali, equipo en el que militó consagrándose como pequeño gran goleador.
Pero un momento, no se vayan que nos resta un último elemento a considerar en la tragedia de nuestros amiguitos. Como si no tuvieran suficiente con todo lo dicho, incluidas sus caóticas personalidades, también son atacados por dos peculiares personajes.
Azrael: Un gato cuyo deseo de comérselos es tan solo equiparable al del coyote por echarse a la muela al Correcaminos (a propósito, no sé por qué ambos son tan obsesivos con querer comerse algo de lo que ni si quiera conocen su sabor, ¿qué tal que cuando por fin logren comérselos descubran que no les gustan, o que su carne los ponía indigestos? Habrían desperdiciado su existencia en una empresa inútil).
Y Gargamel: El rey de las obsesiones, tanto así que cada capitulo terminaba gritando: “voy a vengarme de los Pitufos, aunque sea lo ultimo que haga, lo ultimo que haga”. Se debe tener un nivel de bronca muy grande para decir que vengarse de alguien puede ser lo último que usted haga y quedar completamente satisfecho con que así sea.
Vean qué cerca está el drama de los suspiritos azules a la realidad colombiana. Viven en una aldea, bajo constante zozobra por cuenta de dos fuerzas dispuestas a acabarlos. Ahí está la fabula, hagan de cuenta un corregimiento asolado por guerrillos y paracos. Por eso resulta increíble que hayan coronado los 50 años y debemos celebrarlo. Ellos harán lo propio, soplarán las velas para luego disfrutar una rica torta cocinada por Pitufo Pastelero.
Ivan, me encanta tu blog y esto de los pitufos estuvo genial, me fascinó, escribes de una forma inigualable y demasiado cómica. Quisiera saber si piensas venir a Cali. Sigue así, haciendonos más felices cada día.Gracias :)
ResponderEliminarLO MAXIMOOOOO
ResponderEliminarexcelente señor guason muy buena parodia,.
ResponderEliminarMe encanta Pitufileerte, pitufipensarte, mejor dicho pitufisuspirooooo :)
ResponderEliminarsuper bien ivan te adoro me encanta como escribes y tu forma de ser es unica........
ResponderEliminarjjajajjajajaj no puedo de la risa como pones eso de "Por eso en los comerciales de protectores menstruales vemos que sobre la toalla riegan un líquido azul: homenaje a Pitufina, una mujer que ha debido sufrir a solas. " jajjaja muy bueno demasiado!!!
ResponderEliminarPs no sabia q tenias blog y estoy fascinada leyendo ,,, muaaaa pikos
Entonces, bienvenida a mi blog, inscribete para que puedas saber cada vez que haya una nueva publicación. Un abrazo.
ResponderEliminarMe encanto... Además leyéndolo me imaginé tu tono de voz y más me reí... Gracias de verdad por tanto...
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