(CUENTO)
Ella era un caso excepcional en la
historia de la medicina, sin importar la naturaleza o gravedad del caso siempre
podía salvarlos. Parecía dominar todas las ramas de la cirugía, dominaba a la
perfección desde la neurología hasta la cardiología, y aunque pecando de un
orgullo excesivo, la verdad sea dicha, ningún paciente suyo había muerto.
Pero un buen
día se presentó ante ella un hombre al que le dolía el pecho, ella lo examinó y
de inmediato dictaminó que era un problema psicosomatico el del hombre es
cuestión. Éste le rogó, pero ella no quiso prestarle más atención, él alegaba
padecer de algo que le estaba matando, pero ella refutaba diciendo que conocía absolutamente
todo padecimiento y él no presentaba síntoma alguno que le indicara algo serio.
Y sucedió al
poco tiempo que el hombre falleció, ella no daba crédito a lo ocurrido y
solicitó llevar a cabo una autopsia. Al abrir el cuerpo de aquel hombre supo
que en lo sucesivo la vida misma le enseñaría mucho más que la academia, la arrogante
doctora aprendió con humildad que nadie lo sabe todo y que el desamor a veces
mata.
Que romantico eres! me encanta, ese final inesperado. Siempre hay muchas personas con esa arrogancia que describes en tu cuento en todas las profesiones...
ResponderEliminarEn todas los hay.
EliminarMe encantó
ResponderEliminarEspectacular, es corto pero una no quiere que se acabe, me encanto
ResponderEliminarExcelente cuento, una lección dura, pero necesaria de aprender
ResponderEliminar:) :)
EliminarY es ahí donde una se cuenta que el remate corto no se da solo en comedia... Siempre sorprendiendonos con su genialidad señor Marín.
ResponderEliminar❤❤❤👌👏👏👏👏
ResponderEliminar💚🤍💚.
ResponderEliminarMuy cierto por muy especial, superdotada o estudiosa, ningún humano se la sabe todas y tal vez a nivel físico pueden verse y conocerse muchas enfermedades o dolencias, pero tristemente a nivel mental y emocional son muchos los padecimientos que aún no son vistos y menos tratados y cómo el desamor también puede matarnos
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