(CUENTO)
Caminaban por un pasillo del monasterio
discípulo y maestro. El pupilo repetía las lecciones recibidas al maestro que
escuchaba atento. De repente el joven vio una araña que frente a sus pies
cruzaba rápida y de inmediato intento pisarla, pero el anciano anticipando sus
intenciones le advirtió: “¡No, deja que yo lo haga!”. El anciano levantó un pie
y la araña cruzó ilesa para desaparecer
en el interior de una pequeña grieta.
--- Discúlpeme Maestro, entendí mi mala
conducta --- dijo el alumno sintiéndose avergonzado --- debemos aprender a
perdonar la vida.
--- No, yo no he perdonado nada.
--- ¿Cómo así Maestro? --- exclamó ahora
confundido el joven --- Usted acaba de perdonarle la vida a esa araña.
--- Uno perdona cuando primero le han
hecho daño, la araña no me ha lastimado por ende no la he perdonado,
simplemente la he respetado, así como
los dioses nos respetan pudiendo borrarnos con el pie.
Excelente cuento,una buena reflexión @ivanmarinsoyyo
ResponderEliminarAsí es!
ResponderEliminarMi querido Iván aunque es cuento, es una moraleja de vida muy cierta, muchas veces no recordamos el respeto entre todos y tristemente eso trae tantas consecuencias.
ResponderEliminarCómo siempre gracias por regalarnos lecturas no solo amenas si no también reflexivas
👌👏👏👏👏👏👌👏
ResponderEliminarEs una realidad, se nos ha olvidado wl mínimo de respeto. Me gusta tu forma de escribir
ResponderEliminarMuy buena Moraleja
ResponderEliminarMe gustó 🤔🤔
ResponderEliminarSaludos Maestro Po, aquí una pequeña Saltamontes.
ResponderEliminarHoy le voy a poner un toque de humor a esta moraleja:
Todos los veranos, las hormigas invaden mi cocina, y aunque respeto que es su trabajo y no tienen la culpa de nada, son unas mandadas,. A veces, lamentablemente no tengo más remedio que no perdonar a algunas( lo confieso, mea culpa).
Ahora, en serio. Un bonito cuento.💚🤍💚