(CUENTO)
Transcurridos
cuatro días desde el accidente ya consideraba al sol como su compañero de viaje;
los rayos ultravioletas se derramaban sobre su piel tatuándola con el dolor ardiente
de su constancia, y tal abrazo ininterrumpido lo conducía velozmente a través
de los cruentos padecimientos de la deshidratación. Aun así, aquel astro
luminoso que tan orgulloso se inclinaba con garbo tras el poniente, era también
su único guía en aquella travesía. Sólo en él podía confiar para indicarle
alguna cardinalidad, y sólo él parecía prestar completa atención a los
soliloquios con que se esforzaba por mantener la cordura. No le bastaba
sumergirse en laberintos dubitativos para considerarse a sí mismo poseedor de
la razón suficiente capaz de llevarlo a la supervivencia, sentía también la
necesidad de escuchar su voz formulando los discernimientos de su mente. Y para
no ser víctima de la opresiva soledad causada por saberse orador sin escucha,
atribuyó al siempre expectante sol la capacidad de asimilar sus palabras con el
interés propio de un interlocutor animado. Excepto aquella locura misma, su
lucidez mental se conservaba intacta a pesar de los fatídicos sucesos que le
condujeron al naufragio.
El cómo
llegó a ser aquel hombre ínfimo en la inmensidad del océano era un recuerdo que
su mente no se esforzaba por evocar, al contrario, canalizaba sus pensamientos
hacia el sentido temporal contrario, sólo el futuro ocupaba lugar en su
cerebro. Flotando a la deriva sobre aquella frágil barca fantaseaba ilusionando
el momento de su llegada a la playa, le verían como a un verdadero héroe, los
seres humanos siempre consideran héroe a quien sobrevive cualquier tragedia,
aunque la razón de su supervivencia no obedezca a los méritos propios del
heroísmo; pero tal no era su caso, había sabido comportarse como una persona
merecedora de llegar hasta el final para contar la historia.
Por
momentos cerraba los ojos teniendo a bien el olvidar que su frágil humanidad se
hallaba sujeta a los caprichos de las olas, y aprovechando ser Poseidon único
de las corrientes marítimas en su imaginación, aquella barca era llevada al
sitio requerido por su heroico destino. Podía ver tan claramente como si fuera
una pantalla de cine el momento en que con prodigioso equilibrio se ponía de
pie sobre la embarcación, luego, utilizando su mano derecha protegía sus ojos
del sol para poder escrutar con la vista el horizonte, descubriendo así la
aparición magnifica de una playa atestada de personas, las cuales no dando
crédito a lo ocurrido se arrojaban a socorrerlo dándole la bienvenida a tierra
firme. Le extendían todo tipo de bebidas y alimentos mientras ansiosos
aguardaban escuchar de primera fuente los pormenores de su hazaña. Los niños lo
observaban admirados y las mujeres le profesaban el deseo propio del que son
dueños los héroes. Los medios acudirían copiosamente para lograr la preciada
entrevista con el protagonista de una verdadera odisea, saldría en todos los
noticieros alrededor del mundo contando su historia, escritores le solicitarían
el privilegio de llevar a la inmortalidad de un libro su aventura, y así como
la de Luis Alejandro Velasco fue contada por Gabriel García Marquez, quizá
algún nuevo Nobel sería el encargado de describir con magia retórica uno a uno
los instantes de su epopeya. O podría ser incluso que algún productor de
Hollywood viera en él una mina de oro, siempre es bueno llevar a la pantalla
una historia épica que hable de la determinación humana por alzarse con la
victoria frente a las pérfidas intenciones de la muerte, sería interpretado por
un actor importante como Tom Hanks, sin importar el que ya hubiera sido
nominado al Oscar por estar en la piel de otro naufrago cuando fue Chuk Nolan
en Castle Rock, pero ese era un personaje ficticio, no como él, un verdadero
naufrago, uno de carne y hueso.
De
repente, un rumor extraño que parecía viajar en el viento le trajo de nuevo a
la realidad, se incorporó de inmediato mientras su corazón latía fuertemente al
verse poseído de un poderoso presentimiento. Sus ojos rasgaron las tonalidades
azules predominantes de la inmensidad y descubrió a lo lejos una línea
divisoria entre el cielo y el mar, era la tan añorada tierra, lo había logrado,
escasas horas dividían lo que fuera una tragedia de lo que sería la incuestionable
gloria de la vida cuando se perpetúa. Levantó la mirada hacia el sol y
agradeció a aquel silencioso amigo su fiel compañía, en poco tiempo viviría en
carne propia lo ya vivido en su mundo de fantasía.
Treinta
minutos luego podía apreciar detalles exactos de su lugar de arribo, era una
playa hermosa con presencia humana y unos cuantos yates que reposaban en sus
inmediaciones, todo estaba saliendo de acuerdo a su predicción. Tal y como
ocurrió en el sueño se incorporó sobre la balsa mientras su brazo derecho
agitaba una camiseta para atraer la atención de las personas. Las más cercanas
a él, unos jóvenes que descansaban en su yate, se incorporaron violentamente de
los asientos dirigiendo sus miradas hacia el lugar del que provenían los gritos
del naufrago, éste sonrió al saberse descubierto, pero de repente advirtió en
el rostro de los jóvenes una incomprensible expresión de terror, acto seguido
sintió que las tranquilas aguas se agitaban en medio de un fuerte sonido que
iba en aumento, la barca se desestabilizó haciéndole perder el equilibrio de
manera que cayo de rodillas, de inmediato desvió la mirada en dirección al
camino que hasta hace un momento dictara su recorrido. El raudal de
pensamientos que acudieron a su mente fue tan inmenso como el tamaño de la ola
marítima que inexorable avanzaba hacia su encuentro.
Lo último
que vio fue aquella muralla de agua que lo barría todo a su paso arremetiendo
con ira. 24 horas luego, parte de su sueño se había cumplido, estaba en los
noticieros, su imagen recorría el mundo entero junto a otros miles de cadáveres
que inmortalizarían la historia acerca del tsunami que depositó su besó mortal
sobre las costas asiáticas.
👏👏👏👏👏👏👏
ResponderEliminarGRacias!!!!!
EliminarQue grande eres ivancho grande capo 👍🏼👍🏼👍🏼👍🏼👍🏼
ResponderEliminarMi Dios te pague por ese concepto.
EliminarIvan... Y que tal que narre los cuentos por potcas??
ResponderEliminarHola, Te confieso, esa opción no me llama mucho la atención, te doy mi razón: escribo precisamente porque me gusta la lectura, y quiero que quienes conozcan estas historias sea precisamente porque comparten este gusto. La gente ya no lee precisamente por eso, porque ahora quieren que todos se los digan o muestren. En podcast puedo desarrollar mucho otros formatos, pero soy un defensor del deleite de la literatura, y este humilde blog es eso, mi granito de arena en al lucha porque no desaparezca.
EliminarMe gusto muchisimo y que triste el final pero aun asi me encantooooooooooooooooooooooooooo
ResponderEliminarA veces el éxito de un relato radica precisamente en el la sensación de tristeza que nos provoca.
EliminarPude lograr que salgan los comentarios con mi nombre, te hice caso y fui y le heche una miradita a la suscripcion y encontre el problema y lo arregle y yaaaaaa quedoooooo queeeee alegriaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que lo hayas logrado Ana Maria, en efecto es mucho más bonito poder reconocerte en cada comentario para así interactuar contigo. Gracias por estar presente cada semana.
EliminarSon geniales tus finales trágicos eso me gusta mucho
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