lunes, 11 de mayo de 2020

NAUFRAGO


                                                            (CUENTO)




Transcurridos cuatro días desde el accidente ya consideraba al sol como su compañero de viaje; los rayos ultravioletas se derramaban sobre su piel tatuándola con el dolor ardiente de su constancia, y tal abrazo ininterrumpido lo conducía velozmente a través de los cruentos padecimientos de la deshidratación. Aun así, aquel astro luminoso que tan orgulloso se inclinaba con garbo tras el poniente, era también su único guía en aquella travesía. Sólo en él podía confiar para indicarle alguna cardinalidad, y sólo él parecía prestar completa atención a los soliloquios con que se esforzaba por mantener la cordura. No le bastaba sumergirse en laberintos dubitativos para considerarse a sí mismo poseedor de la razón suficiente capaz de llevarlo a la supervivencia, sentía también la necesidad de escuchar su voz formulando los discernimientos de su mente. Y para no ser víctima de la opresiva soledad causada por saberse orador sin escucha, atribuyó al siempre expectante sol la capacidad de asimilar sus palabras con el interés propio de un interlocutor animado. Excepto aquella locura misma, su lucidez mental se conservaba intacta a pesar de los fatídicos sucesos que le condujeron al naufragio.

El cómo llegó a ser aquel hombre ínfimo en la inmensidad del océano era un recuerdo que su mente no se esforzaba por evocar, al contrario, canalizaba sus pensamientos hacia el sentido temporal contrario, sólo el futuro ocupaba lugar en su cerebro. Flotando a la deriva sobre aquella frágil barca fantaseaba ilusionando el momento de su llegada a la playa, le verían como a un verdadero héroe, los seres humanos siempre consideran héroe a quien sobrevive cualquier tragedia, aunque la razón de su supervivencia no obedezca a los méritos propios del heroísmo; pero tal no era su caso, había sabido comportarse como una persona merecedora de llegar hasta el final para contar la historia.

Por momentos cerraba los ojos teniendo a bien el olvidar que su frágil humanidad se hallaba sujeta a los caprichos de las olas, y aprovechando ser Poseidon único de las corrientes marítimas en su imaginación, aquella barca era llevada al sitio requerido por su heroico destino. Podía ver tan claramente como si fuera una pantalla de cine el momento en que con prodigioso equilibrio se ponía de pie sobre la embarcación, luego, utilizando su mano derecha protegía sus ojos del sol para poder escrutar con la vista el horizonte, descubriendo así la aparición magnifica de una playa atestada de personas, las cuales no dando crédito a lo ocurrido se arrojaban a socorrerlo dándole la bienvenida a tierra firme. Le extendían todo tipo de bebidas y alimentos mientras ansiosos aguardaban escuchar de primera fuente los pormenores de su hazaña. Los niños lo observaban admirados y las mujeres le profesaban el deseo propio del que son dueños los héroes. Los medios acudirían copiosamente para lograr la preciada entrevista con el protagonista de una verdadera odisea, saldría en todos los noticieros alrededor del mundo contando su historia, escritores le solicitarían el privilegio de llevar a la inmortalidad de un libro su aventura, y así como la de Luis Alejandro Velasco fue contada por Gabriel García Marquez, quizá algún nuevo Nobel sería el encargado de describir con magia retórica uno a uno los instantes de su epopeya. O podría ser incluso que algún productor de Hollywood viera en él una mina de oro, siempre es bueno llevar a la pantalla una historia épica que hable de la determinación humana por alzarse con la victoria frente a las pérfidas intenciones de la muerte, sería interpretado por un actor importante como Tom Hanks, sin importar el que ya hubiera sido nominado al Oscar por estar en la piel de otro naufrago cuando fue Chuk Nolan en Castle Rock, pero ese era un personaje ficticio, no como él, un verdadero naufrago, uno de carne y hueso.

De repente, un rumor extraño que parecía viajar en el viento le trajo de nuevo a la realidad, se incorporó de inmediato mientras su corazón latía fuertemente al verse poseído de un poderoso presentimiento. Sus ojos rasgaron las tonalidades azules predominantes de la inmensidad y descubrió a lo lejos una línea divisoria entre el cielo y el mar, era la tan añorada tierra, lo había logrado, escasas horas dividían lo que fuera una tragedia de lo que sería la incuestionable gloria de la vida cuando se perpetúa. Levantó la mirada hacia el sol y agradeció a aquel silencioso amigo su fiel compañía, en poco tiempo viviría en carne propia lo ya vivido en su mundo de fantasía.

Treinta minutos luego podía apreciar detalles exactos de su lugar de arribo, era una playa hermosa con presencia humana y unos cuantos yates que reposaban en sus inmediaciones, todo estaba saliendo de acuerdo a su predicción. Tal y como ocurrió en el sueño se incorporó sobre la balsa mientras su brazo derecho agitaba una camiseta para atraer la atención de las personas. Las más cercanas a él, unos jóvenes que descansaban en su yate, se incorporaron violentamente de los asientos dirigiendo sus miradas hacia el lugar del que provenían los gritos del naufrago, éste sonrió al saberse descubierto, pero de repente advirtió en el rostro de los jóvenes una incomprensible expresión de terror, acto seguido sintió que las tranquilas aguas se agitaban en medio de un fuerte sonido que iba en aumento, la barca se desestabilizó haciéndole perder el equilibrio de manera que cayo de rodillas, de inmediato desvió la mirada en dirección al camino que hasta hace un momento dictara su recorrido. El raudal de pensamientos que acudieron a su mente fue tan inmenso como el tamaño de la ola marítima que inexorable avanzaba hacia su encuentro.

Lo último que vio fue aquella muralla de agua que lo barría todo a su paso arremetiendo con ira. 24 horas luego, parte de su sueño se había cumplido, estaba en los noticieros, su imagen recorría el mundo entero junto a otros miles de cadáveres que inmortalizarían la historia acerca del tsunami que depositó su besó mortal sobre las costas asiáticas.


11 comentarios:

  1. Que grande eres ivancho grande capo 👍🏼👍🏼👍🏼👍🏼👍🏼

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  2. Ivan... Y que tal que narre los cuentos por potcas??

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    1. Hola, Te confieso, esa opción no me llama mucho la atención, te doy mi razón: escribo precisamente porque me gusta la lectura, y quiero que quienes conozcan estas historias sea precisamente porque comparten este gusto. La gente ya no lee precisamente por eso, porque ahora quieren que todos se los digan o muestren. En podcast puedo desarrollar mucho otros formatos, pero soy un defensor del deleite de la literatura, y este humilde blog es eso, mi granito de arena en al lucha porque no desaparezca.

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  3. Me gusto muchisimo y que triste el final pero aun asi me encantooooooooooooooooooooooooooo

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    1. A veces el éxito de un relato radica precisamente en el la sensación de tristeza que nos provoca.

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  4. Pude lograr que salgan los comentarios con mi nombre, te hice caso y fui y le heche una miradita a la suscripcion y encontre el problema y lo arregle y yaaaaaa quedoooooo queeeee alegriaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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    1. Me alegra muchísimo que lo hayas logrado Ana Maria, en efecto es mucho más bonito poder reconocerte en cada comentario para así interactuar contigo. Gracias por estar presente cada semana.

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  5. Son geniales tus finales trágicos eso me gusta mucho

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