(HUMOR)
La
sexta cumbre de las Americas realizada en Cartagena, dejó varios
acontecimientos para la posteridad: la sospechosa aprobación en tiempo record
de la maldita Ley Lleras 2.0, el anecdótico errorcito de Shakira al interpretar
el himno nacional, y el escándalo de los agentes del servicio secreto norteamericano
descubiertos con trabajadoras sexuales locales. Sobre la ley Lleras ya escribí,
a Shakira no me le voy a ir encima más de lo que ya han hecho muchos, por eso,
no me queda otro camino que destinar estas líneas a nuestros amigos, los
gringos parranderos.
El
presidente Obama llegó a la ciudad amurallada precedido por sus anillos de seguridad, de
ahí que lo llamen el señor de los anillos. La misión de sus corpulentos agentes
es mirar a todo el mundo en actitud de: “donde respire muy duro, lo acribillo”.
Estos señores manejan información privilegiada sobre los desplazamientos del
presidente norteamericano y son los únicos capaces de acercarse a él sin
restricción, motivo por el que deben ser discretos en sus comportamientos. Pero
esto último no ocurrió en Cartagena. Al parecer, una veintena de agentes
contrató prostitutas colombianas para una rumbita, luego se defenderían diciendo
que tan sólo deseaban conocer el producto interno bruto.
¿Cómo
se destapó tan singular escandalo? Resulta que uno de los agentes negoció con
su respectiva acompañante, la suma de 800 dolares por la transacción sexual, ¡¡¡800
dolares!!!, hagame el favor el precio; como dice un amigo, “la tendrá de oro”. Pero
llegado el momento de cancelar el favor recibido, el gringo sintió un leve
dolorcito en la billetera que lo llevó a pagar tan sólo 30 dolares, ¡¡¡30
dolares de 800 prometidos!!!, como dijo alguien por ahí, “empezó a regir el TLC”.
Posterior a este intento de tumbada, el tacaño procedió a echar de la
habitación a la muchacha, quien ni corta ni perezosa, encendió a patadas la
puerta y levantó a gritos el hotel. Fue ahí cuando todo el mundo se enteró. Es decir,
para ser del servicio secreto, hicieron mucha bulla.
Analicemos
los hechos: Que un extranjero quiera echarse un polvito en Colombia, es un
deseo para nada reprochable, pero que no se aguanten la arrechera mientras
cuidan al mandatario más importante del planeta, es como si los X-Men armaran
una orgia en plena batalla. El riesgo de que un hombre afloje la lengua durante
el sexo es grandisímo, imaginense a la vieja sacandole información al man en
plena acción de catre: “sí papi, dale, dale, dime cosas sucias… dime cosas
malas… dime el número de habitación de Obama”.
El
segundo tema digno de analisis está en que, con todo respeto, me resulta
patetico que un agente internacional deba pagar por sexo. Honestamente, uno nunca
vería a James Bond en esas, y eso que no rebaja revolcada en ninguna pelicula. Me
rehuso a pensar que el más grande espia al servicio de su majestad, pudiera
entrar a un bar de la heroica, acercarse a una mujer de dudosa reputación, y
decirle: “Mi nombre en Bond, James Bond, ¿en cuánto me lo deja mamita?”.
El
tercer punto sospechoso tiene que ver con el precio y la forma de pago, puesto
que uno y otro presentan una contradicción de logica. Veamos: Si ella cobra 800
dolares por un polvo, pensaríamos que es experta en los quéhaceres propios del
oficio más antiguo del mundo; de ahí lo extraño en que ella realizara el cobro tan
sólo una vez terminado el trabajo. Contradice de raíz el concepto de dama
prepago.
Como
era de esperarse, ya rodaron cabezas. Varios agentes fueron despedidos del
servicio activo y aún se estudia la expulsión de otros. En lo personal, no creo
que Colombia haya quedado mal, después de todo, ofrecimos un servicio y se entregó
a cabalidad, los incumplidos con el pago fueron ellos. Las preguntas que nos
restan por hacer son: ¿Harán más cumbres en nuestro país? ¿Se habrá molestado
doña Michelle Obama con su marido por esas amistades con las que andaba? Y lo
más inquietante: ¿Volverán a Colombia los agentes destituidos ahora que tienen
tiempo de sobra?