(HUMOR)
Señores y señores, llegó el día que
tanto habíamos esperado y temido al mismo tiempo: la alcaldía anunció el final
de la cuarentena. A lo largo de estos meses hemos atravesado por las siguientes
etapas.
Aislamiento preventivo: hacer lo
que nos diera la gana afirmando que lo hacíamos con cuidado.
Aislamiento obligatorio: hacer lo
que nos diera la gana, pero a escondidas.
Aislamiento obligatorio con
restricciones: hacer lo que nos diera la gana con uno que otro pero.
Aislamiento obligatorio sin
restricciones: hacer lo que nos diera la gana, pero con más ganas.
Aislamiento inteligente: jaja,
pónganse serios.
Aislamiento selectivo: hacer lo que
nos diera la gana por raticos.
Y es así como finalmente llegamos a
esta nueva etapa, la cual puede ser denominada, Aislamiento que Dios nos coja
confesados.
Estamos a años luz de retornar a
nuestras vidas, porque eso de la “nueva normalidad” suena a término inventado
por Cantinflas, lo cierto es que nos dijeron, palabras más, palabras menos:
“salgan, pero cuídense”; que es como decirle a un niño en Halloween “comete los dulces con moderación”.
Nos piden a los colombianos que nos
cuidemos nosotros mismos. ¡Ojo! Le dicen eso al pueblo que cuando escucha una
balacera se asoma a la ventana para ver entre quienes son los tiros. Le piden
cuidarse a la misma gente que ve en las noticias cómo un bus de Transmilenio
levantó a alguien por correr a la colarse a la estación y lo primero que piensa
es, “es que le faltó echar pique más rápido”. Le piden cuidarse a los mismos
seres que compran sin miedo un posible trago adulterado pues a ellos no les pasa
nada porque “tienen fuertes las defensas”. Le piden que se cuiden a los mismos
que en diciembre ven las cifras de quemados con pólvora y ahí mismo echan un
volador para celebrar que a ellos sí no les ha pasado nada. Nos piden cuidarnos
a nosotros mismos cuando no podemos ver una camiseta de fútbol de otro equipo
porque arremetemos con más furia que el toro a la muleta, cuando vemos que el
carro de adelante pone la direccional y en lugar de ceder el paso aceleramos,
cuando al conductor borracho le pedimos que entregue las llaves y responde
llevándose las manos al paquete “venga le entrego éste”.
Mejor dicho, si nuestra seguridad
depende de nosotros mismos y esa capacidad innata de acatar las normas, creo
que es hora de exclamar en coro: “Oh, ¿y ahora quién podrá defendernos?” Aunque
ya ni el Chapulin acudirá a ayudarnos porque dejaron de emitir Chespirito a
nivel mundial. Es decir, estamos solos.
Escrito para el periódico “Sector H”.