martes, 14 de mayo de 2019

AHORA ME FALTA EL ÁRBOL


                                                            (CUADERNO PERSONAL)                                           


El poeta y pensador José Martí escribió la famosa frase, “Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Yo le hice caso, pero como todo en mi vida, empecé en desorden. Primero tuve el hijo, dos hijos para ser exacto. Acabo de publicar mi primer libro, ahora me falta el árbol. Pero centrémonos por esta oportunidad en la historia del libro, la de los hijos la cuento luego, y la del árbol cuando por fin lo plante.

Escribir un libro fue el primero de mis sueños siendo niño. Otros infantes sueñan con ir a la luna, con conocer a Mickey, con que su papá los reconozca, etc. Pero el primer sueño que recuerdo haber tenido, tal como lo leen, fue escribir un libro. A continuación, los pondré en contexto de por qué un anhelo nerdo a tan temprana edad.

Primero que todo, recordemos que pertenezco una generación en la que no existía Netflix, es más, no había ni siquiera televisión por cable, o sí existía, pero en mi casa no teníamos cómo pagarla. Es decir, en semana yo contaba con señal televisiva apenas desde las 4 de la tarde, y era televisión educativa, ¡tómalo, directo en la arteria de la diversión!

Segundo, mi abuelita era bastante sobreprotectora, entonces yo no podía salir mucho que digamos. Y tercero, en mi casa los libros siempre fueron artículos de primera necesidad. Mi papá estaba suscrito a una editorial llamada El Círculo de lectores, por lo que mes a mes recibíamos, sí o sí, un libro nuevo, eso sin contar todos los que él compraba de más. Para mí la biblioteca nunca fue ese mundo hasta el que mis compañeros tenían que desplazarse para poder hacer las investigaciones del colegio. Ellos debían destinar una tarde para ir a la biblioteca Luis Ángel Arango, yo tan solo miraba en los múltiples estantes de la casa y hallaba el dato requerido. Las enciclopedias por tomos de la A, a la Z, fueron mi primer google.

El no tener toda la distracción televisiva de hoy en día, fue suplido por los mundos mágicos a los que podía viajar de la mano de Julio Verne, Emilio Salgari, Jairo Anibal Niño, y muchos más, quizá por ello desde que aprendí a leer a los 5 años, libros y cómics se convirtieron en mis grandes amigos de juegos, y fue desde aquel entonces cuando empecé soñar con ver mi nombre en la portada de uno de ellos.

Tendría ya ocho años cuando llenaba cuaderno con palabras ordenadas en lo que yo consideraba poemas, y mientras escribía uno de ellos, prometí a mi abuelita que algún día escribiría un libro de cuentos. Le dije de cuentos porque era lo que más leía en aquel entonces.

Al llegar la adolescencia me puse manos a la obra en pos del sueño. Me presentaba a concursos literarios convocados por diversas entidades y casas culturales. Escribía cuentos, poemas, ensayos, incluso experimenté la novela breve. Una y otra vez lo intenté, escribir cosas para festivales en los que jamás obtuve ni una mención de honor. Persistí y persistí, pero lo único superior a mi terquedad, fue el rechazo. Y aunque jamás lograba reconocimiento alguno, escribir era tan innato y necesario en mí, que jamás consideré dejar de hacerlo.

Con los años tuve la oportunidad de incursionar escribiendo, por fin con éxito, pero en un escenario completamente inusual, el humorístico. Allí sí que me sonó la flauta, a tal nivel que empecé a ganarme la vida con ello y la aspiración literaria “seria” fue quedando relegada. Me dediqué exclusivamente a ser el comediante que quizá ustedes conozcan.

Tres décadas después de haberle prometido a mi abuelita que escribiría un libro de cuentos, la vida me presentó la oportunidad de cumplirle. Confieso que, si bien ésta ilusión seguía latente en algún rinconcito de mi alma, no había vuelto a considerarlo como algo real, por eso al tener la oportunidad no lo pensé dos veces, y hoy, meses después de una historia que habré de contarles en otra oportunidad, mi libro es una realidad, una bella realidad que me llevó a presentarlo en la pasada Feria del libro en Bogotá.

Este texto puede parecer superfluo pues no detallo a profundidad nada acerca del proceso en su escritura, pero no era ese mi interés. Tan sólo quería compartirles algo que muy posiblemente no sabían de mí, y hablando en términos cinematográficos hacer de éste breve escrito un tráiler para que se interesen en buscar el largometraje, un libro llamado “Cuentos que ni pa qué le cuento”. Se supone está en las principales librerías del país, fue editado por Intermedio Editores, sello que comparte casa con Círculo de lectores, porque la vida es así de bella, estoy vinculado a la editorial que mes a mes nutría mi hogar con sus libros, hoy quizá puede que en alguna casa estén recibiendo el mío.

La otra intensión del presente texto es invitarte a ti, amigo o amiga que me estás leyendo, es muy grande la posibilidad de que compartamos el mismo amor por la escritura, y puede que tengas por allí oculta una obra que el mundo necesita ver, porque lo que tienes por decir sé que es importante. Quiero invitarte a que te animes a escribir tu libro, es más, quiero proponerte un trato, empieza a hacerlo hoy, yo por mi parte empezaré a ver en dónde plantar el árbol, no dejemos pendientes en esta vida.