miércoles, 5 de octubre de 2022

EL MANIQUI

                                                           (CUENTO)


Él era un maniquí, y como todo maniquí, carecía de nombre, a la gente poco le importaba cómo se llamara, tan sólo prestan importancia al cómo se vistiera, y en todos los años que llevaba ejerciendo aquella profesión había lucido todo tipo de atuendos, los suficientes para haber aprendido que la apariencia no hace mayor diferencia cuando de encontrar el amor se trata. Para él no existía diferencia alguna entre los de su especie y los humanos, unos y otros sólo ven la marca de ropa que se lleva puesta sin importar que en el interior no se lleve nada.

Pero él se sabía distinto y ya estaba harto de aquella soledad, por eso un día cuando el almacén estuvo cerrado fijó su atención en una maniquí que recién había llegado, aún estaba en su caja y él tomó la decisión de armarla. Descendió del lugar en que lo exhibían y destapó la caja que la contenía, era la primera vez que hacía aquello, pero pensó que no debía ser muy difícil, simplemente empatar las piezas y listo, estaría hecho.

Se encontraba en aquel proceso cuando advirtió algo, no le gustaba la apariencia que estaba adquiriendo, empezaba a lucir exactamente igual que las demás, él quería una maniquí distinta y por ende así la haría. Estaba cansado de las apariencias convencionales, todas esas maniquíes glamurosas con sus perfectas formas, atentas siempre a que el maniquí varón vistiese Versace o Armani. Por eso empezó a unir piezas en donde no encajaban, aunque tuviera que aplicar un poco más de fuerza.

Finalmente, tras varias horas de titánica labor, su pareja estaba hecha, pero justo en aquel momento llegaban los dueños de la tienda, tuvo que darse prisa y ubicarse de nuevo en su lugar. En cuanto los propietarios entraron vieron a la nueva maniquí y sin dudarlo expresaron su rechazo, era una maniquí muy fea, además de averiada, debido a que ciertas piezas fueron encajadas donde no debían, sus brazos puestos en el lugar de las piernas y viceversa. Llamaron entonces al almacén que los dotó de ella y pidieron un cambio, en cuanto llegaron con la nueva maniquí ya armada admitieron que aquello era un suceso extraño, ubicaron en su lugar a la modelo nueva y a la distinta la botaron.

Mientras ocurría el maniquí muy triste se esforzaba por mantener la sonrisa que debe lucir quien se exhibe en la vitrina, en tanto lloraba silenciosamente comprendía la gravedad de su error, ese tipo de cosas ocurren cuando queremos que nuestra pareja sea exactamente como lo dicta el capricho de nuestros deseos.

15 comentarios:

  1. Bello cuento, felicidades, @ivanmarinsoyyo

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  2. 👏👏👏👏👏👍👍

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  3. Excelente 👏👏👏👏👍

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  4. Muy bueno, oportuno para el momento que estoy viviendo. Muchas gracias 😊

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  5. Pues está como rarito el cuento, pero igual interesante para estos tiempos donde la apariencia absorbe todo.

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  6. Como siempre nos sorprendes... Gracias, gracias, gracias

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  7. No es el yo lo voy ha cambiar, es el así lo conozco y el por que realmente llena de amor y alegría mi vida... Y la mejor apariencia no siempre deja ver lo podrida que puede llegar a estar una persona

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    Respuestas
    1. Un abrazo Andrea, gracias por formar parte de este rinconcito artístico.

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  8. Una ingeniosa forma de mostrar que no podemos ni debemos cambiar a nadie a nuestro gusto, no somos perfectos somos hermosamente imperfectos

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  9. No sé porqué, se me ha venido a la mente la película Equals( mentes gemelas).
    Todo lo que se sale del prototipo tipo, hoy se considera malo. Cuando en realidad, lo divino es la existencia de la imperfección.
    Saludos Iván, bonito cuento. Siempre intentando hacernos reflexionar.💚🤍💚

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  10. Tu cuento me hizo pensar en la película la piel que habito con Antonio Banderas, que fue construyendo a su mujer sobre el cuerpo de un chico que secuestro... Querer cambiar a las parejas es lo más dañino para las relaciones, aprender a aceptar y amar a la.persona con sus luces y sombras es lo.mejor

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